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Ellen atravesó el portal. Cayendo en picado por un túnel de un tono morado, repleto de otros portales, notó cómo su cuerpo, poco a poco se desvanecía, entrando por cada uno de ellos. No sabía realmente lo que le estaba pasando, pero comenzó a experimentar mil sensaciones, mil direcciones, iba retrocediendo poco a poco. Comenzó llegando al páramo justo antes de que se convirtiera en todo lo que fue, contemplando cómo Redda destruía todo lo que quedaba en aquella dimensión, tanto a los arqueros que vivían en aquel búnker, como a los Ápex que, exterminándolos a todos de una. La chica apareció detrás de él, y no dudó en utilizar aquella prolongación de poder que su maldición le había proporcionado, dando de lleno al parásito con aquel destello, matándole en el acto.

Justo después, otro portal se la tragó, apareciendo inminentemente en otro lugar, otra dimensión, el momento en el que perdieron contra él la primera vez, el día en que Ellen no fue capaz de reaccionar, el día en que aquel parásito dentro de Lein, se convirtió en el Redda que todos conocían. Un lugar en el que hacía frío, estaban en Ardis Nebulosa, acababa de morderle aquel vampiro sediento, dándole una nueva oportunidad. Justo antes de que el parásito le partiera en dos, Ellen le puso la mano encima, provocando que no llegase a crecer a partir de aquel instante. Volvió a ser expulsada de aquel instante, cayendo en otro, y así fue varias veces.

Terminando en sitios donde jamás había estado, que ni siquiera conocía, todos eran aleatorios, de distintos puntos cronológicos de Redda. Un lugar donde Isaac estaba encerrado en una burbuja, otro en el que había un enorme gusano, una joven Megan siendo atacada por él, incluso pudo contemplar cuándo se conocieron ambos, pero debía detenerlo igualmente, aunque no pareciera peligroso. Continuaba, salvando a Isaac de ser encerrado en aquel cristal, a Rogers de ser asesinado... Se perdía, cada vez que lograba matarle, volvía a otro lugar en el que aún seguía vivo, debía acabar con él en todos los puntos.

Llegó un momento en el que, aterrizó en mitad de un bosque, era de noche, hacía frío. De pronto, se dio cuenta, era el Bosque Rústico... Estaba en casa, en su dimensión. Comenzó a notar entre los árboles, una luz morada, sin duda... Era la noche en que murió. Comenzó a correr, adentrándose de lleno en la escena, dando con ella misma... Frente a la cuna.

- ¡¡Espera!! - Gritó.

- Qué... ¿Qué demonios...? Eres...

- ¡Sí, soy tú...! Oye, sé que esto debe parecerte una locura, pero... Por favor, aléjate de ahí...

- Qué es esa cosa... - Incluso su tono sonaba distinto, como si jamás fuese a presenciar lo que iba a pasar justo después, si tocaba aquella cuna.

- Dios... Qué fuerte... Realmente eres yo, antes de todo esto... Lo que tienes delante, esa cuna... Te matará, ignora las voces, ignora que te están atrayendo... Sé que es difícil, pero... Créeme, he estado justo donde tú estás, y...

- Dices que eres... Yo, ¿en el futuro? Eso no tiene sentido...

- Mira esa cuna... ¿Crees que eso tiene sentido? Van a pasarte cosas todavía más extrañas si tocas ese orbe, y no van a ser buenas, confía en mí...

- ¡¡ELLEN!! - La voz de Lein resonaba al fondo, llegó y se quedó pasmado - Guau, sois... Dos, ¿qué pasa aquí?

- Tranquilo Lein... Yo me encargo - Se acercó, poco a poco a su yo del pasado. - Ellen... Mírame bien, fíjate en mí - Pudo entrar donde ella estaba, ya que, ya había estado en contacto con la cuna, ninguna barrera iba a detenerla de entrar ahí.

- Pareces... Idéntica a mí, pero... Tus ojos. Te miro y... Sé que eres más mayor, aunque... Físicamente somos idénticas. Algo me dice que has vivido más que yo.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora