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Caminaron por las oscuras calles, hasta llegar de nuevo a la puerta de la casa de Elliot. Llamaron al timbre, fueron recibidos por Lucy, quien seguía sonriendo, muy risueña. Olía de maravilla, sin duda, lo que estuviera preparando aquel hombre, debía de estar riquísimo.

Ellen se asomó al salón, la comida ya estaba puesta en la mesa, toda preparada para sentarse y ser engullida. A Lein se le hacía la boca agua, parecía algún tipo de estofado, y a pesar de estar viéndolo en blanco y negro, seguía siendo apetitoso.

- La leche... Esto tiene una pintaza increíble - Dijo, tragando saliva.

- Uy... A Elliot le va a encantar oír eso - Lucy sonreía, parecía feliz de tener visita - Tomad asiento, por favor.

- Claro - Respondió Ellen, algo tímida, mientras se acomodaba en la silla. - De verdad, que tengáis que poner dos platos más en la mesa... Me siento algo culpable, je, je.

- No te preocupes - Elliot entró en el salón. - No me importa cocinar de más, y menos en un día como éste - Se sentó también. - ¿Sabéis? Estoy deseando saber qué os parece el estofado que hacía mi madre, siempre intento lograr su nivel de cocina, pero se me resiste un poco. Espero que se pueda comer - Decía entre risas.

- ¿Bromeas? Si huele que alimenta - Lein probó un poco del estofado, quedó callado unos segundos.

- ¿Y bien? - A Ellen le hizo gracia la cara de concentración que puso.

- ¿Podemos quedarnos aquí a vivir? Este hombre cocina de maravilla.

- ¡Jo, jo! Gracias joven, eso me llena de orgullo - Se sonrojó un poco.

- Sí que está bueno - La joven comía con ganas.

- Elliot siempre fue bueno en la cocina, la mayoría de veces cocinaba él, yo soy una negada - Lucy se sentía orgullosa.

- Genial, genial... Oye, Elliot, dinos, ¿cómo empezó todo esto? Ya sabes, lo de El Salto - Lein sacó un tema de conversación muy concreto.

- Bueno... Un día como hoy, hará unos siete años, todo se tornó en blanco y negro. La gente creía que era algún tipo de "eclipse", no sé... Luego resultó que los familiares que habían muerto en nuestro pueblo, volvían a estar con nosotros, sin ninguna explicación... Ni siquiera ellos lo saben.

- Vaya... Lucy, ¿dónde estás cuando no apareces aquí hoy? Es decir, el resto del tiempo... - Ellen trató de conseguir más detalles.

- Permanezco muerta, supongo. No lo sé, me noto como si estuviera en un páramo frío y oscuro, y no hay nada más. Es como si no pasara el tiempo, no tienes sed, ni hambre, ni sueño. Hasta que en algún momento abres los ojos y... Descubres que ha pasado un año, recuerdas haber muerto, y tu marido está mucho más mayor. Como si el tiempo hubiera seguido sin ti, es extraño.

- Y cuando termina el día... ¿Desaparecéis sin más?

- Así es, Ellen. Nos desvanecemos, hasta el siguiente año, apareciendo en aquel descampado.

- Y solamente ocurre en este pueblo... - Lein hablaba para sí mismo.

- Eso es, fuera, somos como una especie de atracción turística, como un fenómeno místico incluso. E incluso... - Poco a poco, nuestra protagonista comenzó a oír distorsionada la voz de Elliot, se perdía en la conversación, la cabeza le empezaba a dar vueltas.

- Uff...

- ¿Qué? ¿Ya estás llena? - Bromeó Lein.

- No, es que... Disculpad, voy a ir... - Se puso en pie, despacio, luego comenzó a caminar - Voy al baño un segundo, no tardo... - Y casi sin darse cuenta, terminó cayendo al suelo, mareada y perdida.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora