8

911 69 42
                                    

Tras cruzar, Ellen se encontraba en un lugar diferente, jamás había visto algo así. Parecía una especie de edificio, en mitad de la nada, parecía a medio construir. Todo era muy blanco, puro, las baldosas del suelo eran lisas, aunque tenían unas líneas moradas que parecían pequeños caminos, ramificados por todo el lugar... Era precioso. Miró al cielo, pero no había nada, solo blanco, ni Sol, ni Luna, ni estrellas... Nada. Lein estaba esperándole en la entrada de aquel edificio.

La joven se acercó, intentando comprender, que aquello iba a volverse cada vez más extraño e irreal. Quería pensar que seguía atrapada en un sueño, que no había presenciado la muerte de su tío, que todo seguía estando bien y aquello no era más que una pesadilla.

Al entrar, había un espacio enorme, era un hall bastante vacío, aunque había una gran esfera brillante en el centro, todas las líneas moradas del suelo apuntaban hacia ella. Más adelante, podían verse un par de escaleras, que se juntaban más arriba, llevaban a una puerta. Lein caminaba hacia allí, así que nuestra protagonista le siguió, dejando atrás aquella esfera extraña. Tras subir las escaleras y cruzar la puerta, aquello parecía el pasillo de un pequeño hotel, con varias habitaciones, entraron en una de ellas. No había demasiado, solamente una cama, una pequeña mesita de noche, y un perchero.

- Siéntate - Le dijo, señalándole la cama a la chica, se sentó en el borde. - Debes de pensar que esto es de locos, eh...

- Me quiero ir a casa... - Ellen parecía estar en trance, no tenía expresión alguna, tenía la mirada perdida.

- Ya... Ya no puedes hacer eso, Ellen - De la nada, sacó un par de guantes. - Ten, deberías ponértelos.

- ¿Por qué...?

- Ya has visto lo que puedes hacer ahora...

- N-no lo entiendo... ¿Cómo es posible? Tienes que explicármelo todo, Lein. Por favor...

- Primero, necesito saber que estás bien.

- ¿Bien? ¿Cómo voy a estar "bien"? No sé cómo, pero, he matado a mi tío...

- No ha sido culpa tuya, sino un accidente.

- Tú... El naipe, fuiste quien lo dejó en el buzón...

- Sí, no me he topado por casualidad contigo, como habrás deducido.

- Por qué... ¿Por qué te acercaste a mí?

- Esto va más allá de ti y de mí, están pasando cosas más importantes - Respondió, pensativo.

- Está bien - Ellen se puso los guantes de mala gana, luego se levantó. - ¿Quién puede explicarme todo lo que está pasando?

- ...ven conmigo - Salieron de la habitación y siguieron recto por el pasillo. Al final de éste, había una puerta totalmente distinta, parecía vieja, desgastada, ¿qué ocultaba tras ella? Lein puso la mano frente a la puerta, hubo un destello bajo su mano, luego se abrió.

Al entrar, había una sala idéntica al hall, aunque en un estado más deteriorado, y donde se encontraba la esfera, había una especie de criatura. Parecía débil, tenía un rostro similar al de una persona, aunque con la piel pálida, con algunas arrugas, y una melena blanca como la nieve, retirada de la frente. Estaba suspendido en el aire, inclinado hacia atrás, casi estaba tumbado. Llevaba una especie de túnica, con unas mangas largas y anchas, y unos círculos alrededor de éstas, parecían ser duros, ¿qué serían? Ellen se puso frente a él, asombrada, casi parecía un ángel. El tipo mantenía los ojos cerrados, parecía calmado, como si su tiempo estuviera detenido.

- Vaya... Finalmente nos conocemos, Ellen... Al final, todo se alinea - Tenía una voz suave, adulta y madura.

- ¿Q-quién...? ¿Quién eres? - A nuestra protagonista le intimidaba el sujeto.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora