52

728 54 94
                                    

En una habitación de un tono de color crema, con una alfombra antigua, llena de tribales, con unos cuadros de caricaturas bastante abstractas, se encontraban dos mujeres, allí sentadas. Una de ellas con una libreta en mano, y un bolígrafo, de una tez morena, un pelo rizado, al estilo afro, le quedaba genial. Llevaba unas gafas que la hacían verse más concentrada, incluso resaltaban sus ojos verdes, parecía atenta. Justo enfrente, alguien más joven, una chica, con unos ojos de un tono marrón muy claro, un pelo largo y pelirrojo, y una mirada cansada. Llevaban un rato hablando, parecía algún tipo de consulta.

- Así que... Hoy te has atrevido.

- S-sí... - Respondía, con algo de timidez.

- Eso es un buen avance, Ellen... Cuéntame, ¿qué has sentido plantándote allí?

- Pues, umm... Pasé de casualidad por una floristería y, se me ocurrió sin más. Compré un ramo bastante bonito y, lo llevé a su tumba.

- Bueno, es un gesto muy bonito de tu parte.

- ¿Entonces por qué no me siento bien? - Apartaba la mirada, no quería mirar al frente.

- Es obvio que estás intentándolo, pero sigues recordando las cosas que ocurrieron, y eso hace que sientas que no se lo merece, pero Ellen, ambas sabemos que, en el fondo, quieres perdonarle todas esas cosas.

- No sé si mi madre se merece flores realmente, Doctora Brisbane, y tampoco estoy segura de que, aunque quiera perdonarla, pueda hacerlo algún día. Son demasiados años, pero le juro que lo estoy intentando.

- Tampoco debes correr en esto, todo lleva su tiempo, ¿sabe tu tío que has ido?

- ¿Sam? No, no... Todavía no he pasado por casa, iré después.

- Bueno... Estoy segura de que un punto de vista más cercano te ayudará a sobrellevarlo, pero déjame decirte que vas muy bien. Recuerdo... Cuando entraste aquí, por primera vez, hace siete meses... Y me dijiste que querías continuar con tu vida, seguir adelante, y se nota el esfuerzo que le estás poniendo - Le sonrió, aquella mujer era realmente amable.

- Estoy notando cambios, sí... Intento alejar pensamientos intrusivos, y pensar en que son cosas que quedan atrás, que no puedo cambiar, y debo aprender de eso.

- Así es... - Miró el reloj de su muñeca - Todavía nos quedan unos minutos, ¿hay algo más que quieras contarme?

- No, yo... No - Calló un par de segundos. - Bueno, es que... O-olvídelo, no es importante.

- ¿No es importante o no quieres darle importancia?

- Agh... Supongo que lo segundo - Rio un poco.

- Vamos, cuéntame.

- Está bien, umm... - Respiró profundo - He vuelto a soñar con... Bueno, lo de siempre.

- ¿Con aquel hombre rubio?

- Sí...

- Bien, continúa.

- Él... Me agarra del cuello, me aprieta, y luego dice "No importa si yo ya no estoy ahí fuera, seguiré estando en tu cabeza".

- Hmm... ¿Has vuelto a despertarte agitada?

- Sí, sí... Sam tuvo que venir a despertarme, me dijo esta madrugada, que gritaba en sueños.

- Vaya... ¿Sigues sin saber de qué conoces a ese hombre?

- No tengo la menor idea... Es como si... Fuesen los recuerdos de otra persona, los notos muy ajenos a mí, como si alguien hubiese metido en un cubo sus pesadillas, y me las hubiese tirado por encima.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora