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Cruzaron el portal, Ellen iba con la cabeza baja, tenía ganas de tumbarse y descansar un poco. Al llegar al otro lado del portal, se dio cuenta de que no estaba en el Limbo, estaba en un lugar distinto... Y Lein no estaba allí. La joven, se encontraba en mitad de una calle de algún pueblo, dio vueltas sobre sí misma, pero no tenía ni idea de dónde había ido a parar. Comenzó a fijarse en el entorno, los coches que permanecían aparcados, estaban destrozados, oxidados... Luego, las casas de alrededor apenas se sostenían, era como si un huracán hubiese arrasado en aquel lugar.

- Dónde... ¿Lein? - Llamó a su amigo - Lein. ¿Dónde estás? ¿Hola? - No respondía, estaba completamente sola - ¡Leeeein! - Alzó la voz, intentándolo de nuevo. Algo le respondió, pero no se trataba del chico.

En la lejanía, algo asomó, un sonido monstruoso lo acompañaba, asustó a la muchacha. Ellen buscó dónde esconderse, corrió por un callejón, se quedó en la esquina, deseó que lo que fuera aquella cosa, no la hubiese visto. Se oían pasos enormes, acercándose por la calle donde había aparecido hacía tan solo un par de minutos. Cada vez sonaban más fuertes aquellas pisadas, lo que aceleraba el pulso de nuestra protagonista. Comenzó a oír cómo se metía por aquel callejón, sin duda, aquella cosa sabía que estaba ahí.

De la nada, al otro lado, resonó el sonido de una ventana rota. Quizá pertenecía a un coche, quizá era lo que quedaba de alguna de aquellas casas, poco importó, fue suficiente para que la criatura reaccionara y volviera hacia atrás. Ellen suspiró como nunca lo había hecho, y justo cuando terminó, alguien bajó del tejado de la casa, a través de una cañería, utilizándola de barandilla.

- Eh, ¿todo bien? - Era un hombre, algo más mayor que ella, pero no demasiado.

- A-ah... Dónde...

- Shh... Baja la voz, esas cosas están ciegas, pero como hagas un solo ruido, sabrán dónde estamos - Parecía convencido de lo que estaba diciendo.

- ¿Dónde estoy? - Preguntó, susurrando.

- En un mundo hecho pedazos... Ven, sígueme, camina con cuidado, tenemos que alejarnos del pueblo.

- ...vale - Ellen deseaba que Lein viniera a por ella, pero por el momento, aquel tipo acababa de salvarle, tenía que arriesgarse y seguirle. Se movían con cuidado, a través de los coches, ocultándose, se oían los chillidos de aquellas cosas, debían andar con ojo.

Mientras nuestra protagonista seguía a su salvador, se fijó en su rostro y vestimentas. Tenía el pelo castaño, algo despeinado, iba con una especie de capa vieja, con un pañuelo que cubría parte de su cara, aunque dejaba libre las ojeras que llevaba. Sus ojos eran muy oscuros, prácticamente negros, transmitían seguridad.

Se acercaron a una carretera que llevaba al bosque, dejando atrás el pueblo, con suerte, seguían de una pieza. Siguieron subiendo hasta obtener algo de calma, entonces se sentaron en un árbol tumbado que había en mitad de una curva asfaltada.

- Uff... Vale, creo que ya podemos estar tranquilos, no suelen subir al bosque - Dijo, mientras sacaba una pequeña cantimplora con agua.

- Gracias por lo de antes... En serio.

- No hay de qué, parecías perdida, no eres de aquí, ¿verdad?

- No, yo... No. Ni siquiera sé dónde estoy... - Entonces la chica se levantó, y reconoció el lugar donde estaba - Mierda... - Había viajado a la dimensión que Lein le había mostrado por primera vez, aquellas criaturas ya las había oído antes, debido al miedo, no se había percatado de ello.

- ¿Qué ocurre? - Preguntó, curioso.

- Ya sé dónde estoy... Pero...

- No tendrás una pistola de portales o algo así, ¿no? - Aquella pregunta fue muy extraña.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora