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El parásito, dentro del cuerpo de Lein, cayó en picado en el portal. Al salir por el otro extremo, cayó varios metros hasta tocar el suelo, luego, rodó cuesta abajo por un barranco, sin saber dónde estaba. Se clavó alguna que otra rama o roca que había por el suelo, pero aquel no era su mayor problema... Se moría. Su cuerpo terminó impactando en el tronco de un árbol, deteniéndose al fin.

Poco a poco, se fue levantando, lleno de magulladuras y moretones, luego comenzó a contemplar el lugar donde se encontraba. Parecía estar en algún punto de una montaña nevada... Hacía un frío increíble, apenas sentía sus dedos. De pronto, algo hizo retumbar uno de los árboles del lugar, y justo antes de saber qué había sido aquello, una persona apareció frente al parásito.

- ¿Te has perdido...? - Un tipo con la piel blanca, fina, con un pelo corto y despeinado, le miraba con ahínco.

- Agh... ¿Dónde estoy? - No le importaba lo que le había preguntado.

- Vaya... Pareces muy desubicado. ¿Estás bien? Cualquiera diría que has caído del cielo... - Aquello no parecía ser un humano normal.

- Tú... Dime dónde estoy.

- Eh, eh... Más despacio, chaval.

- No tengo tiempo para esto... - Comenzó a caminar.

- ¿Ya te vas? - Entonces aquel tipo comenzó a acercarse al cuerpo de Lein, sin tocar el suelo... Estaba flotando.

- Cómo haces... ¿Qué eres?

- No soy un humano, si es lo que piensas... Soy... El que bebe su sangre cuando tiene sed - La mirada de aquel tipo desprendía de todo menos confianza.

- ¿Un... vampiro?

- Exacto... Y tú pareces un humano débil a punto de caer redondo al suelo... Lo notó en ti... Te mueres - Comenzó a reír.

- Puede que tenga el cuerpo de un humano, pero ten por seguro que no lo soy... Quítate de mí vista antes de que... - Poco a poco, el corazón le iba fallando - Agh... N-no puedo... No puedo desvincularme de este cuerpo - Cayó de rodillas al suelo y comenzó a toser.

- ¿De qué estás hablando?

- Gagh... Estúpido brujo... A pesar de estar en un sueño profundo, todavía tienes fuerza para no dejar que me vaya... Sabes que, si tú mueres en este estado, yo también lo haré... Eres muy listo... - Entonces, la criatura notó algo más - Ojojojo... Pero qué es lo que noto dentro... Tú otra mitad... ¡Está despertando! - Comenzó a reír.

- Sin duda estás delirando... - Decía aquel tipo - Se me acaba la paciencia, chico, tengo hambre y... Te propongo una solución. Voy a matarte de todas formas, con o sin tu permiso, pero hay dos opciones aquí. Si nuestro grupo sanguíneo coincide, podrás ser un vampiro como yo... Si no... Fin de la historia.

- Je, je... Es justo lo que iba a proponerte... - Continuaba riendo - Voy a morirme aquí y ahora de todas maneras, al menos... Tú podrías darme una oportunidad.

- Dices que... ¿Te parece bien? - Se extrañó.

- Sí... Haz lo que tengas que hacer... - Su vista comenzaba a nublarse.

- Como gustes...

El vampiro se abalanzó sobre el cuerpo de Lein, controlado por el parásito. Le mordió en el brazo, desde aquel instante, todo comenzó a cambiar. Comenzó a retorcerse mientras aquel ser sediento bebía su sangre, todo su cuerpo se tensaba, con espasmos, con un dolor terrible que le hacía hervir por dentro. Y justo cuando pensaba que todo había acabado, comenzó a notar algo cambiando en su interior, fuera lo que fuera que le había hecho Ellen, estaba desapareciendo.

La Cuna del Bosque (COMPLETO) - Libro 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora