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-Diciembre de 1982-

Severus apretó un poco más fuerte esa pequeña manito antes de señalarle el parque de juegos con su dedo índice, mientras se acercaba a un banco cubierto con algunas hojas secas.
Eran los últimos días otoñales y el invierno comenzaba a calar en los huesos; ese día en especial era particularmente frío y gris, pero eso no menguó el deseo de salir a dar una caminata con su protegido.

- Ve Harry... no te alejes demasiado - susurró mientras el pequeño observaba con curiosidad cómo ese joven amigo de la familia tomaba asiento y le sonreía, para luego girarse al escuchar las risas de otros niños y sin dudarlo, correr en esa dirección.

El pelinegro dejó escapar un suspiro que se elevó en una pequeña voluta de vapor y se recargó contra el respaldo del banco, apoyando su libro de anotaciones sobre su regazo y tanteando su varita en el bolsillo derecho de sus jeans oscuros; cruzó sus piernas a la altura de sus tobillos y observó sus zapatillas un instante.
Recordaba el día que habían ido a comprar ropa muggle con Antonin; al principio le había parecido una completa tontería, pero a medida que fueron visitando tiendas y probándose tenis, comprobó que la comodidad y el diseño del calzado muggle no tenía nada que envidiar a los anticuados zapatos del mundo mágico.

"Es imposible combinar esas Puma top winner con una túnica de Madame Malkin, por lo que deberás comprarte ropa muggle, amor... de verano e invierno; apuesto que un gabán 3/4 de paño negro acentuará aún más tu bonita y estilizada figura".

Largó un suspiro al recordar el entusiasmo de su esposo, lo fácil que le resultaba desenvolverse con los vendedores en el mundo no mágico, lo estudioso que era también de él, sus sonrisas auténticas y azoradas un poco por educación y otro poco por lo antagónico de la situación, paradójica, irreal y peligrosa.

Antonin Dolohov entusiasmado y encantador entre muggles... el mismo tipo que durante algunas reuniones en la Mansión Malfoy, sugería derrumbar una estación de metro entera; demostraba hostilidad para con los traidores a la sangre, pero su discurso caía cuando sus ojos se cruzaban con los de Severus o cuando debía compartir eventos mundanos, rindiéndose ante la naturaleza mestiza de su único amor.
Pero de alguna manera, Toni era un depredador jugando un poco antes con su presa... engatusando, enredando y atrayendo... el tiempo suficiente como para que sus verdaderas y oscuras intenciones quedaran enmascaradas bajo esa hipnotizante sonrisa.

- Un auténtico fraude...y aún así te extraño - susurró el ojinegro entre dientes inclinándose para atar sus cordones mientras sus ojos se dirigían al cabello arremolinado del pequeño Harry, que corría detrás de una niña un poco mayor, con largas trenzas color castaño.

Una cortina de cabello negro cayó sobre un lado de su rostro y no pudo evitar escuchar unas risas cercanas; había notado a esas dos muchachas jóvenes, con un poco más de veinticinco años, que habían ido tras sus pasos y los del niño Potter.

Al principio se mantuvo alerta, algo paranoico, pero luego comprendió que las chicas lo perseguían porque evidentemente era el tipo de una de ellas.

Severus chasqueó la lengua y acomodó su cabello detrás de su oreja, teniendo particular cuidado de que el anillo en su anular izquierdo fuera visible; se tomó un momento con su mano allí y escuchó un "te lo dije" en un susurro, dedicó una mirada de reojo y notó un casi imperceptible puchero en el rostro de la muchacha rubia y una sonrisa divertida en la morena cara de su amiga.

No tenía una explicación real de por qué aún usaba su anillo de bodas más que la legal: seguía casado con Antonin, no tenía pensado iniciar el divorcio... por lo menos no aún.
No había intercambiado correspondencia con él, pese a que no estaba prohibido en Azkaban... algunas noches que la tristeza lo embargaba, comenzaba a escribir en un trozo de pergamino, pero siempre terminaba en reclamos: "¿Por qué lo hiciste?", "Al menos admite que todo fue un engaño", "Eres lo peor que pasó en mi vida".

Y entonces caía en la cuenta que bien la misiva podría estar dirigida a su esposo... pero también a su amante.
Él mismo los había traicionado, durante muchos años jugó con los sentimientos de los dos; quizás por eso no se sentía en posición de reclamarles nada.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora