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"Necesito que me la metas, Antonin..."

Igor se lo había implorado... casi llorando; sus ojos azules humedecidos por el esfuerzo de meter toda su verga dentro de su boca mientras se acariciaba a sí mismo por encima de sus vestimentas mágicas.
Y había hecho un trabajo impecable así que... ¿Por qué habría de desoír sus súplicas? ¿Por Severus?.

Era una opción... en realidad era la única opción válida por la que debería no hacerlo.

Pero también era cierto que ya no podía contenerse... él también necesitaba meterla... Y Karkaroff no estaba para nada mal.

Sin poder detenerse a pensarlo ni un instante más, volanteó con fuerza, sacando al Ford del camino y haciendo que Igor apretara aún más su muslo, afianzando su agarre ante el violento movimiento del vehiculo.

Antonin apagó el motor, largó todo el aire contenido y aceptó el ardiente beso que Igor le reclamaba mientras su gran mano de largos dedos se enredaban en esas ondas color chocolate, apretando con desesperación su nuca.

- Seguramente el Lord te debe haber visto muy estresado... - susurró Igor sobre los labios algo hinchados del menor – Eres demasiado joven y bonito para estar comprometido... - agregó con dulzura mientras observaba la penetrante mirada de Dolohov – Y es un verdadero desperdicio que estés involucrado con ese mestizo desagradecido.

Antonin torció su gesto, tomó a Igor por los hombros y lo alejó, desviando su mirada e intentando calmar su respiración.

- No...– susurró con un hilito de voz, tragando saliva, mientras el agarre sobre sus hombros se aflojaba un poco; realmente se lo notaba enojado, pero también internamente deseaba follar.

Una lucha interna de orgullo y poder.

Simplemente fascinante.

A Igor casi le pareció hasta más sexy, por lo cabreado y contrariado que se veía.

Las mejillas del pelinegro estaban ruborizadas... ciertamente tenía el deseo y lo estaba reprimiendo.

Y él tenía instrucciones para doblegar esa determinación; porque por más bueno que fuera ese muchacho, de nada le servía al Lord que la lealtad hacia su novio no tuviese un precio.

Una cuestión de logística, para ahorrar problemas a futuro.

- Tú también lo quieres... - murmuró Igor alzando sus cejas, observando esos ojos negros con determinación – Yo me muero de ganas de que me folles... - agregó sonriendo mientras observaba cómo el muchacho tragaba saliva - ¿Y tú, Antonin? ¿No te mueres de ganas de enterrarte en mí? – susurró mientras tiraba de la palanca de la puerta, abriéndola, mientras le dedicaba una sugerente sonrisa al menor antes de abandonar el habitáculo para rodearlo y apoyarse en el capó, sin despegar sus ojos azules de la estoica mirada del pelinegro.
Lo estaba invitando a través del cristal del parabrisas.

"Ven y hazme lo que quieras... todo lo que tu novio no deja que le hagas"

Dolohov exhaló el aire con fuerza por su nariz y bajó su mirada, mientras sus manos se apretaban al volante, como si necesitara tomar cierto impulso y valor para hacer todo lo que deseaba hacer.
Mordió su labio inferior mientras por su cabeza pasaban decenas de imágenes cargadas de erotismo y sadismo... cosas que jamás se le ocurriría insinuarle a su novio.

Tragó saliva y volvió a alzar su mirada para encontrarse nuevamente con esos ojos color cobalto, retándolo al otro lado del cristal, expectante y deseoso.

Antonin cerró sus ojos y juntó sus labios, para luego abrir su puerta y salir al exterior, mientras observaba cómo Karkaroff sonreía y si giraba, quedando casi sentado sobre en capó de su Ford, esperando que finalmente se decidiera a acercarse.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora