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- Septiembre de 1981 –


El farol que se encontraba en la acera de enfrente titiló por un instante enviando extrañas sombras proyectadas a las paredes de la lúgubre casa que llevaba tiempo abandonada; permaneció prendido, pero con baja tensión, emitiendo un zumbido bastante molesto durante un buen rato, hasta que finalmente se apagó por completo, sumiendo a la calle en una completa oscuridad.

Fabian Prewett aceleró el paso al sentir una poco común brisa fría para esa época. La noche estaba extraña, como si algo eléctrico estuviese suspendido en el aire.

El muchacho pelirrojo dirigió sus ojos hacia las sombras, apretando aún más su varita en su mano, pero no pudo distinguir nada.
Como si fuese una cacería, los ataques a la Orden habían comenzado sin aviso y los Mortífagos ya no tenían cuidado en atribuírselos; el Ministerio, luego del asesinato de Marlene, había proscrito el movimiento, por lo que ya no era común ver miembros del Clan circulando libremente... éstos se movían entre las sombras... a veces cazaban solos y a veces en grupo.

Pese a la insistencia de Molly para que se quedara en su casa junto a su hermano, había decidido ir a visitarla; tenía la necesidad de ver a sus sobrinos, sobre todo al pequeño Ron y saludar a su cuñado Arthur y a su querida hermana que se encontraba próxima a dar a luz, feliz porque sentía que iba a ser una niña... ¡Su primer sobrina!.

Se encontraba a escasos metros de la puerta de su casa y antes de entrar observó hacia todos lados; entrecerró sus ojos, curioso, cuando vio que algo se movía entre las bolsas que se amontonaban en la esquina; un gato dio un salto, persiguiendo a un ratón y Fabian aflojó el agarre de su varita, riendo divertido ante su miedo.

Ingresó a la casa y sonrió al ver de reojo a Gideon preparando la cena; colgó su campera liviana en el perchero de pie, dejando la varita en el interior del bolsillo.
Estaba seguro en su casa, junto a su gemelo; cenarían, le contaría cómo estaban los muchachos y Molly, quizás jugaran ajedrez mágico mientras disfrutaban de una cerveza de manteca... y luego a descansar para otro nuevo día.

- Vaya hermano... ¿qué estás preparan-... – preguntó con una sonrisa mientras se acercaba a la cocina; se detuvo al instante, paralizado, al ver a varios comensales sentados a la mesa.
Todos giraron el rostro hacia la abertura en forma de arcada donde el pelirrojo se encontraba; los cuatro a la mesa vestían túnicas negras y máscaras.

Una de esas tétricas figuras, la que tenía cabello desordenado, largó una carcajada y le ordenó a Gideon que se sentara con ellos a la mesa, ignorando el rostro aterrado de Fabian; este último pudo notar varias heridas, algunas cortantes otras lacerantes, sobre la piel de su hermano, quien se comportaba como un autómata.

El recién llegado intentó retroceder hacia su abrigo, donde imprudentemente había dejado su varita... pero sintió su espalda chocando contra algo o alguien.

- Hola Fabian – un ronco susurro heló su nuca.

Se giró, temblando y tragando saliva, para clavar sus ojos en la alta figura de aquel hombre; había visto algunas fotografías de él en los dossiers que se manejaban entre los Aurores... inequívocamente era Antonin Dolohov, un Slytherin que terminó sus estudios en Durmstrang, un alto mando en el Ministerio Ruso y un Mortífago muy buscado por su peligrosidad.

- Debes tener hambre – dijo el Mortífago con una sonrisa, sin exhibir sus dientes – Tu hermano preparó la cena para todos nosotros – agregó dedicándole una mirada a la mesa, para luego volver a clavar sus ojos negros en Fabian – Acompáñanos – ordenó estirando su mano y señalándole el lugar vacío, frente a su hermano, quien tenía los ojos vacíos y comía en silencio, tirándose la comida sobre sus piernas; no había dudas de que era víctima de un Imperius.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora