Rumbo a Hogwarts
- 1971 –
Sirius Black asomaba por la ventana del Expreso de Hogwarts su cabeza repleta de abundantes y largas hebras de cabello color chocolate que se ondeaban apenas un poco a la altura de sus hombros; le hacía carantoñas a su hermano más pequeño mientras Orion intentaba tranquilizar a Régulus, prometiéndole un helado de Florean Fortescue.
- Espero que llenes de orgullo a esta noble y ancestral familia, hijo – las duras palabras de Walburga cortaron el ambiente; sus ojos negros taladraron por un instante los irises grises del primogénito Black – Recuerda que no es una opción – agregó elevando una ceja, provocando que Sirius asintiera, borrando la sonrisa de su rostro inmediatamente.
Severus agradeció que Walburga no le hubiese dado ninguna recomendación y al ver que su mamá se acercaba a un lado del tren, decidió asomar su cabeza por la ventana.
- Cuídate Severus – murmuró Eileen acariciando el rostro de su pequeño – Diviértete en Hogwarts y si te retan para jugar Gobstones, diles que eres el hijo de la Capitana Prince – agregó con una sonrisa.
El pelinegro asintió y despidió a su madre con un beso en la mejilla, para susurrarle al oído: no vayas a lo de papá.
Eileen se tensó y observó a su hijo a los ojos, para luego asentir quedamente y alejarse del Expreso.
- Recuerden que tendrá lugar la Ceremonia de Selección, muchachos – informó Orion intercalando su mirada entre ambos chicos - ¡Arriba las Serpientes! – les dijo con alegría haciendo que los niños se rieran y chocaran los cinco con él – Cualquier situación desfavorable que se les presente en la Escuela, por favor recurran a su Jefe de Casa que es un viejo amigo de la familia, esperemos que no sea tan grave como para que el Director tenga que verse involucrado, aunque en caso de que sea así también pueden contar con el apoyo de la Honorable Casa de los Black – agregó con solemnidad mientras daba unos pequeños golpecitos al vagón al escuchar el pitido y ver que el vapor comenzaba a salir de la locomotora – Iremos a pasar unos días a Francia a mediados de Septiembre, así que recuerda alimentar bien a tu lechuza, Sirius, porque tendrá un largo tramo hasta la finca – informó Orion sonriendo mientras se alejaba al ver que el tren comenzaba a moverse.
Sirius asintió y saludó a sus padres con la mano, entonces volvió a asomar su cabeza al ver que su hermano comenzaba a llorar y correr a un lado de la máquina por la extensión del andén, esquivando a la gente que se encontraba en su camino.
- ¡No seas pelmazo, Reggy! – gritó por encima del traqueteo del tren sin perder la pista de su hermanito - ¡No entres a mi cuarto! – pidió mientras notaba que sus padres y la críada comenzaban a hacerse más pequeños -¡También te voy a extrañar! ¡Cuidá a mamá y a papá! ¡Y a Eileen! – agregó al ver que su hermanito, agotado, gesticulaba algo así como "adios hermano" o "te odio hermano"... o quizás "vuelve hermano" mientras se dejaba caer de rodillas al final del andén.
Sirius nunca se lo preguntó. Quizás porque lo olvidó o porque nunca quizo saberlo realmente.
El tren dobló en una curva y la estación, su familia y la Honorable Casa Black donde había pasado largos años, quedaron atrás.
Sirius largó el aire contenido y se dejó caer sobre su asiento, enseguida notó que Severus lo miraba, sentado frente a él, con un gesto divertido mientras comía una rana de chocolate.
- ¿Quién necesita a Merlín cuando tienes a Salazar Slytherin? – dijo Severus con una sonrisa mientras le mostraba el cromo a su amigo, quien abría sus ojos sorprendidos.
- ¡Es una maldita señal, Sev! – dijo con alegría el mayor de los Black tomando la figura del mago oscuro entre sus manos - ¿Cómo crees que será nuestro Jefe de Casa? – le preguntó con una sonrisa.
- Debe ser un mago muy poderoso – susurró su amigo dándole otro bocado a la rana de chocolate.
Sirius notó que un poco de chocolate se encontraba ensuciando la comisura derecha del labio de su amigo y de manera automática lo tomó del mentón, haciendo que Severus se paralizara, para pasar su dedo por la mancha.
- Comes como un bebé – murmuró Sirius, lamiendo su pulgar, rompiendo el repentino hielo del ambiente y ganándose un empujón seguido de una risa.
Ambos permanecieron solos en el compartimiento del tren un largo tiempo; veían a varios estudiantes pasando por el pasillo y estirando sus cuellos para observar el interior de cada habitáculo.
Entonces una cabellera pelirroja se detuvo frente a la puerta y Severus contuvo el aliento al ver que la puerta se abría y la muchacha a la que antes Sirius había querido jugarle una broma, aquella que se le hizo familiar, se encontraba observándolos con curiosidad.- Disculpen – murmuró con una dulce voz intercalando su mirada entre ellos; Sirius la observaba algo incómodo y Severus había volteado su rostro hacia el exterior, fingiendo mirar el paisaje - ¿Les molesta si mi amigo y yo nos sentamos con ustedes? – preguntó la pelirroja con una amplia sonrisa.
Severus giró su rostro al saber que la niña estaba acompañada y sus ojos se cruzaron con un niño bastante robusto, con cabello y ojos amielados; el chico parecía bastante callado y tenía algunas pequeñas pero visibles cicatrices surcando sus mejillas, frente y nariz.
- Por supuesto que no, no nos molesta – accedió Sirius acomodándose un poco más junto a la ventana, dejándole lugar a la pelirroja, que se sentó junto a él mientras el muchacho silencioso lo hacía junto a Severus – Soy Sirius Orion Black – se presentó extendiéndole una mano a la chica – El es algo así como mi hermano, Severus Snape – agregó al ver que a su amigo parecían haberle comido la lengua los ratones.
- Un gusto – dijo la chica – Mi nombre es Lily Evans – informó con una sonrisa tomando la mano de Sirius y agitándola, pero clavando sus ojos en el perfil de Severus, que continuaba interesado en el paisaje exterior.
- Yo soy Remus Lupin – se presentó el chico en una voz apenas audible, mientras extendía su mano hacia el muchacho que se encontraba a su lado.
Severus se sobresaltó al ver la mano del chico; se encontraba, al igual que su rostro, llena de cicatrices y por un instante sintió algo de pena.
El también tenía algunas cicatrices, pero por lo menos el bastardo de su padre tenía el cuidado de no hacerlas visibles. Quizás lo hacía porque de alguna manera le importaba, aunque Severus sabía que en realidad lo hacía para que nadie lo notara.- Un gusto – susurró Severus tomándola y dirigiendo una tímida mirada a la pelirroja, quien simplemente entrecerró sus ojos al darse cuenta quién era y sólo sonrió, en un gesto que tranquilizó al pelinegro.
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Nacido en el año del Cerdo
Romansa⚡⚡ Una fuerte tormenta y un alumbramiento. Un antiguo e inconfeso amor... y el destino, siempre el destino. ⚡⚡ ⭕SIRIUS/SEVERUS⭕ ⭕DOLOHOV/SEVERUS⭕