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- Julio 1993 -


Igor Karkaroff acomodó detrás de su oreja una rebelde onda de cabello color chocolate que insistía con llover sobre su ceja derecha; apenas se inclinó para leer unos documentos, esta volvió a caer, molestándolo. Largó un resoplido hacia arriba, apartando parcialmente el rulo y haciendo que el duende lo observara con un gesto torcido.

- Entiendo que sea engorroso todo esto - murmuró el banquero pensando que el resoplido del mago había sido de fastidio - Pero debe entender que uno de los titulares de esta arca ha exigido más seguridad y certificaciones para cada extracción que se solicite de la misma.

El ruso sonrió de costado al enterarse de la novedad. Por supuesto, resultaba imposible que Antonin hubiese puesto una cláusula de seguridad.

- Poseo una llave, no veo por qué deba llenar todos estos formularios y declaraciones juradas - susurró Igor con un tono de molestia; rodó sus ojos al escuchar el chasquido de lengua del enano.

- La llave que posee es una extensión, un permiso que ha sido otorgado por uno de los titulares... - informó el banquero mientras acomodaba sus lentes y observaba en un enorme libro de hojas amarillentas - Los titulares de esta arca, los señores Dolohov y Snape, tienen la potestad de decidir sobre sus bienes... y de tener conflictos mutuos al respecto también. Debe entender, uno de los titulares ha solicitado revocar un permiso que su esposo le ha otorgado... lamentablemente y como le expliqué al señor Snape, es imposible hacerlo ya que esta autorización fue hecha antes de nupcias y el único que puede revocarle su permiso a usted es la misma persona que se lo otorgó - murmuró el enano frotando sus manos - Es por este motivo que el señor Snape desistió de su exigencia, pero solicitó en todo su derecho hacerle llenar estos documentos para saber quién es la persona que retira dinero de su arca periódicamente y por qué lo hace.

Igor asintió con desinterés y tomó los papeles de mala gana; comenzó a garabatear su firma y sellar todos los documentos con su sello de director de Durmstrang con la esperanza de darle un golpe bajo al esposo de Antonin.

Se detuvo y juntó sus labios uno contra otro al leer el espacio a completar:

"Motivo/s".

No creo que sea necesario llenar esto - murmuró el ruso señalando el apartado y viendo que el duende lo observaba por encima de sus lentes.

- Lamento decirle que el señor Snape ha sido particularmente insistente en conocer el motivo por el que usted retira dinero de sus arcas periódicamente; me ha pedido que le aclarara que no aceptará que no llene ese espacio así como tampoco que usted aluda a un motivo personal, sin aclararlo.

- Hijo de puta... - murmuró el ruso con una sonrisa de lado, apretando más la pluma y mordiendo su labio inferior.

Con total seguridad llenó el espacio con una sugerencia: "Escríbeme y te responderé".

Devolvió los papeles al duende con un gesto de autosuficiencia e impaciencia; debía estar en Nepal antes de la noche.

Mavra estaba a punto de terminar sus estudios mágicos, por lo que ya no contaría con la protección de la pequeña comunidad mágica de sherpas.
La niña, que ya era una jovencita bastante inquieta, comenzaba a ser una verdadera molestia y más de una vez pensó en abandonarla y dejarla a su suerte; muchas noches se arrepentía de haber llegado antes a la mansión de los Dolohov... pero esos pensamientos se disipaban cuando observaba en la pobre Mavra la linda sonrisa de Antonin, los ojos oscuros y entristecidos.

El duende revisó los papeles y asintió, mientras le abría la puerta a Igor para que se dirigiera hacia la puerta del ascensor que los conduciría donde se encontraban las viejas arcas.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora