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Gran Comedor
- 1971 –


- Y aquí se avecina el desastre – la voz de Narcisa hizo que Severus levantara su vista del desayuno; más de medio centenar de lechuzas y búhos hicieron una espectacular entrada, sobrevolando las cabezas de los estudiantes y dejando caer cartas y paquetes frente a cada uno de ellos.

Con cierto nerviosismo Snape notó dos lechuzas muy conocidas; el viejo búho de su madre, Elvis y la magnífica lechuza Medea, perteneciente a la familia Black.
Humedeció sus labios nervioso y enseguida sintió cómo la herida que Sirius le había provocado la noche anterior comenzaba a escocer.

Dolohov se encontraba a su lado y dejó escapar un gritito de sorpresa al recibir un paquete bastante grande sobre su regazo.
El viejo Elvis dejó la correspondencia con la delicada experiencia que le habían dado sus años, al igual que Medea quien sobrevoló tranquila frente al ojinegro, agitando sus cabellos con sus enormes alas, mientras extendía su pata para que sacara uno de los sobres dirigido a Severus con el sello de la Familia Black que llevaba enganchado; con cierto resquemor el chico pudo notar que la otra carta, de un color rojo, estaba dirigida a Sirius y juzgando por la caligrafía de ambas, el remitente era la Señora Black.

La lechuza emprendió su vuelo hacia la mesa de Gryffindor y dejó caer la correspondencia sobre el desayuno de Sirius, casi como si se le hubiese ordenado hacer eso.
El mayor de los Black se encontraba tomando jugo de calabaza y lo escupió instantaneamente al notar la misiva; la tomó en sus manos e intentó salír corriendo del Gran Comedor, pero tropezó en su huída y el vociferador tronó en toda la estancia:


"¡¡¡SIRIUS ORION BLACK!!! ¡¡ ESTA TARDE IRÉ PERSONALMENTE A HOGWARTS A EXIGIRTE UNA EXPLICACIÓN POR EL BOCHORNO DE TU SELECCIÓN!! ¡¡ESPERO QUE PIENSES ALGO QUE REALMENTE ME PERSUADA PARA NO DESHEREDARTE Y BORRARTE DE ESTA NOBLE Y ANCESTRAL CASA!!"


Las risas inundaron el Gran Salón, mientras Sirius se incorporaba en la mesa y fruncía su ceño al escuchar la voz de Walburga amplificada y furiosa.

- Vaya... - susurró James observando a su amigo con asombro – Tu madre es bastante gritona – agregó con una sonrisa haciendo que Peter no pudiera aguantar la risa.

- Es una maldita bruja loca – dijo Sirius entre dientes mientras observaba como el pedazo de papel se quemaba sobre su desayuno, arruinándolo; escuchó que varias risas venían de la mesa de las serpientes y con odio pudo notar que Narcisa y Malfoy se estaban riendo a mandíbula suelta y entonces su estómago se contrajo al ver que Severus tenía una sonrisa que parecía burlona en su rostro mientras el chico que tenía al lado le hablaba al oído mirando de reojo hacia donde él se encontraba.

Sirius mordió su lengua y se dijo que se las cobraría en clase de pociones, aquella primera currícula del día que compartirían con las serpientes.

Antonin Dolohov abrió el paquete y no pudo evitar sonreír y mostrarle el contenido a Severus; eran unos comics muggles.

- Mi padre los envía a escondidas de mi madre... - susurró guardando inmediatamente las revistas para que nadie más las viera – Ella es bastante estricta, al igual que la Señora Black – agregó sin poder evitar reír y haciendo que Severus no pudiese aguantar una repentina carcajada; los ojos negros de Dolohov se clavaron en la herida en el labio de Severus y su gesto se endureció – Aunque algunos necesitan muestras de rigor... tu entiendes – susurró largando el aire contenido.

- Puede ser... - dijo Severus sintiéndose algo incómodo mientras volvía la vista a su correspondencia y se disponía a leerla.
Decidió comenzar por la misiva con el sello de los Black; deshizo el mismo y al abrirlo desplegó un pergamino con un breve mensaje:


"Felicitaciones, joven Snape; su selección retribuye con honores la confianza y mecenazgo que esta Antigua Familia Mágica ha depositado en usted.

Atte. La Noble y Ancestral Familia Black"


Largó un suspiro al leer esas distantes palabras y por alguna extraña razón sintió como si un terrible peso se depositara sobre sus hombros; su madre solía decirle que los Black la habían ayudado mucho y que por mucho que viviera, jamás le alcanzaría la vida para retribuírselos... Severus había decidido de pequeño que estaba dispuesto a aceptar parte de esa responsabilidad y si eso significaba también intentar expiar la culpa de los hombros de Sirius, para él estaba bien.

Por alguna razón inexplicable, tenía una enfermiza admiración por Sirius... quizás su madre inconcientemente lo había hecho un mártir que constantemente intentaba librar de toda culpa al mayor de los Black.

Pero eso debía terminar allí mismo... Sirius ya no era un niño, él tampoco... y era hora de que cada uno asumiera el lugar que le había tocado.
Inclusive si eso significaba que su amistad se convirtiera en una rivalidad.

Tras meditarlo unos segundos, decidió leer la carta de su madre entre las clases de pociones e historia de la magia; tenía un pequeño intervalo y realmente lo único que quería era terminar de desayunar tranquilo. Había visto el cronograma y la primer clase del año era compartida con los malditos Gryffindors.

Largó un suspiro y dirigió una furtiva mirada hacia la mesa de los leones mientras apuraba su vaso de jugo de calabaza.

Sus ojos negros se cruzaron por un instante con los ojos color jade de Lily, quien tímidamente lo saludó levantando su mano.
Severus apoyó su vaso y le devolvió el gesto, sonriente.

- Intenta cortar esas amistades, Severus... no deberían prosperar – la voz de Lucius Malfoy lo tomó por sorpresa – Lo digo por tu propio bien... - agregó encogiéndose de hombros al notar los ojos negros incisivos sobre él – Esa chica es hija de muggles; ellos no comprenden la magia y muchos la aborrecen... nos han perseguido y asesinado porque nos temen... y hacen bien en temernos, nunca olvides eso. - agregó y con cierta curiosidad notó que el pelinegro daba un respingo al escuchar esta afirmación y bajaba su mirada, como si hubiese dicho algo que lo afectara en su persona.




Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora