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  - 31 de Julio de 1976 –


Severus pasó su mano por una pieza de Gobstone que se encontraba sobre la cómoda del cuarto que antaño compartía con Sirius, hasta que ingresaron en Hogwarts; había un poco de polvo sobre la madera y las camas, que se encontraban prolijamente hechas, denotaban que hacía demasiado tiempo que nadie dormía en ellas.

Largó un ruidoso suspiro y paseó sus ojos por los pósters y banderines que Sirius había colgado en esa pared empapelada de verde y plata: motocicletas, modelos muggles en bañador, un póster totalmente naranja con la actual formación de los Chudley Cannons firmado por el Cazador Ethan Knox y con una linda dedicatoria para el primogénito Black.

Entonces sus ojos se clavaron en algo que resaltaba; un banderín de Gryffindor colgaba de un simple clavo. No había ningún encantamiento que lo mantuviera allí lo cual era algo bastante extraño tratándose de una Familia tan tradicional como lo eran los Black.
Pasó sus dedos por los flecos dorados y escarlata, y sus yemas delinearon el león bordado, intentando comprender por qué esa insignia estaba exhibida en una casa tradicionalmente tan... Slytherin.

- Padre lo colgó... - el susurro de Régulus hizo que Severus se sobresaltara y se girara, para tragar saliva y observar a su amigo – Mi madre insistió en tirarlo cuando Sirius se marchó... pero mi padre... bueno, ya ves – agregó con una sonrisa mientras se adentraba en el cuarto y se sentaba en la cama que había pertenecido a su hermano, paseando sus ojos por toda la estancia y deteniéndose en la cama en la que dormía Severus cuando niño – Siempre me pregunté de pequeño por qué tú y él compartían el cuarto... muchas veces, entre llantos, le rogué a mi madre para que durmiéramos los tres juntos... y ella adoptaba una actitud molesta, sobre todo cuando mis súplicas las hacía frente a Eileen... - largó con cierto pesar, estirándose hasta la mesita de luz y tomando la foto enmarcada de sus padres que se encontraba boca abajo; el vidrio estaba quebrado... Sirius lo había roto, estrellándolo contra la pared en una de esas tantas peleas con Orión y Walburga... y así había quedado.

Régulus largó un suspiro al recordar a su difunto padre, colgando el banderín de Gryffindor sin utilizar magia mientras Walburga lo observaba desde el umbral con reprobación; la triste mirada que Orión Black dedicó a la desierta habitación al entrar y el bufido hastiado, pero a la vez dolido, de su madre alejándose por el pasillo y pasando a su lado sin mirarlo porque sus ojos estaban repletos de lágrimas.

- Tengo los mejores recuerdos de tu padre, Reggy... - susurró Severus apoyándose contra la cómoda, de espaldas a ésta y al banderín, sin perder de vista al menor de los Black – Pero no busques explicaciones en anécdotas de cuando éramos bebés... a veces las cosas no tienen un por qué – comenzó a decir el pelinegro haciendo que su amigo lo mirara con tristeza – Simplemente ocurren...

Régulus chasqueó la lengua y negó, convencido.

- Hay algo... estoy seguro de eso – dijo con energía mientras se incorporaba y apretaba el retrato de sus padres en sus manos – Mi padre decía convencido que tú y Sirius estaban destinados a estar juntos y yo también lo creo así... a mi madre la incomodaba sobremanera que justamente Orión hablara de eso... y tu madre, cada vez que mi padre opinaba acerca del destino, palidecía y dejaba caer lo que fuera que tuviese en sus manos.

Severus frunció el ceño y tragó saliva.

- ¿Vas a seguir con esa tontería de que Sirius y yo nos comunicábamos cuando bebés? – preguntó incrédulo observando a su amigo - ¡Por supuesto que lo haríamos, pero eso no hace nuestra relación especial, mucho menos sella el destino de ambos! – agregó consternado mientras veía nuevamente ese gesto dolido en el rostro del menor de los Black.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora