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- 7 de Agosto de 1976 –

- ¡Magnífico! – gritó Igor seguido de una carcajada mientras una fresca brisa agitaba sus cabellos y no perdía pista de las maldiciones que Antonin se encontraba conjurando - ¡El Lord tenía razón! ¡Eres un avanzado a pesar de tu edad, niño!.

Antonin largó el aire por sus fosas nasales y le dedicó una mirada fulminante al muchacho, quien no borró su sonrisa y se encogió de hombros, con autosuficiencia.

- El Lord siempre tiene razón... excepto contigo – susurró el pelinegro girando su rostro y enfocándolo en su objetivo mientras la violencia de su hechizo acrecentaba, provocando que ese tronco comenzara a crepitar, astillándose desde su interior – Y deja de llamarme así, imbecil – agregó entre dientes mientras el tronco estalló con un fuerte ruido que resonó en la tundra, enviando varias esquirlas de madera en diferentes direcciones.

Igor alcanzó a cubrirse con su gruesa capa antes de que las astillas golpearan su rostro y luego, lentamente, fue descubriéndose al sentir el crujido de las hojas secas bajo las pesadas botas de Dolohov que se encontraba pasando a su lado; observó los movimientos elegantes y altaneros del muchacho, el gesto estoico e impasible, muy difícil de descifrar.
Realmente se notaba que había sido críado en una buena familia, una de Sangre Pura y con grandes aspiraciones, con ese toque interesante y distintivo, imperial y poderoso que caracterizaba a los rusos.
Y por qué no... con un toque de crueldad.

- Eres bastante temperamental ¿cierto? – preguntó Igor irguiéndose y provocando que Antonin le dedicara una rápida mirada antes de largar un suspiro y negar con su cabeza, consternado; estaba agotado de escucharlo, pero Karkaroff pudo notar con cierto orgullo que el muchacho no le daría el gusto de que su extenuación fuera tan evidente – Quiero decir... supongo que es tu juventud la que no te permite controlar un poco tu humor – agregó sonriendo mientras aceleraba su andar, saliéndose del camino y dando unos pasos sobre la seca hojarasca que se acumulaba a un lado, acercándose a Dolohov con cautela.

Antonin no detuvo su marcha al notar la cercanía de su nuevo compañero; juntó sus labios y enarcó una ceja, acelerando aún más el paso, mientras metía sus grandes manos dentro de los bolsillos de sus Levi's

- ... Y también eres de pocas palabras – dijo Karkaroff con una sonrisa observando el mentón elevado del pelinegro y constatando, con cierto orgullo, una pequeña, casi imperceptible sonrisa de lado en el estoico rostro de Dolohov.

Continuaron caminando juntos a lo largo del camino, hacia la carretera donde habían dejado aparcado el carro Muggle.
Ciertamente Igor se sorprendió al ver que Antonin podía conducir ese extraño aparato; Tom le había dicho que su compañero de misión era muy ducho en cuanto a camuflarse entre los muggles se refería, por eso había pensado que sería un viejo... Vaya sorpresa se llevó al ver al bonito y experimentado chico malo con el que compartiría el resto del verano.

Antonin no compartía la misma alegría.

Extrañaba a Severus... y realmente el compañero de misión que Tom le había asignado era un fastidio; no se quedaba callado en ningún instante, era pésimo para camuflarse entre los Muggles, se quejaba constantemente de las inclemencias del tiempo... y por Salazar, no sabía conjurar un Crucio como era debido.
¿Así aspiraba a ser Director de Durmstrang?... un verdadero fiasco.

- ... Aunque los chicos como tú... - Antonin detuvo su andar al ver que Igor se interponía en su camino, poniéndole una mano en el pecho, arrugando la remera blanca del muchacho – Suelen ir más a la acción que a las palabras... - agregó el ojiazul deslizando su mano lentamente hacia abajo, provocando que Toni enarcara una ceja y observara esos atrevidos ojos zafiro desde una cabeza más arriba.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora