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- 4 de Octubre de 1975 –


Desde hacía dos semanas la lluvia arreciaba, cada día un poco más.

Esa mañana había amanecido particularmente fría y con una densa niebla que lo cubría todo, sin embargo y para fortuna de los estudiantes, sólo había llovido con inusitada fuerza hasta el mediodía, para luego ir menguando lentamente, con algún que otro chaparrón esporádico y breve.

El partido de Quidditch entre los leones y las serpientes se había pospuesto dos veces debido al horrible clima y los capitanes de los equipos no paraban de protestar; el ambiente en el castillo era realmente desagradable, hasta se había rumoreado que las salidas a Hogsmeade serían  suspendidas si la lluvia no amainaba y ciertamente, no tener ningún tipo de ociosidad ponía de mal humor a todos los estudiantes.

El rumor de que el apuesto Capitán de Slytherin, el golpeador Antonin Dolohov, había terminado con su novio comenzó a hacerse eco por todo el castillo hacia finales de Septiembre; quienes se encargaron de esparcirlo habían sido Mulciber y Avery, los nuevos compañeros de cuarto de Toni, quienes estaban más que satisfechos con que el mestizo quedara fuera del grupo.

Antonin no compartía los comentarios que ese par había comenzado a esparcir, de hecho más de una vez los había silenciado lanzándoles un fregotego cuando se pasaban de la raya con los adjetivos que utilizaban para con el pelinegro... pero tampoco desmentía que todo se hubiese terminado con su novio.

Y por supuesto, Eddie Lewis, aquel Ravenclaw desesperado había sido el primero en avanzar a Toni, en parte aún despechado por el rechazo que había sufrido años anteriores por parte de Severus y por otro lado porque el Slytherin era el gay declarado más guapo de todo Hogwarts.

Aunque ciertos rumores de la sexualidad de Sirius Black seguían corriendo, varias chicas de diferentes casas y cursos se encargaban de desmentirlo a diario.

Las conquistas del chico más guapo y popular del Colegio se acrecentaban día a día; desde tercer año hasta séptimo, el ojigris no perdonaba a nadie... y tampoco se ponía a salir realmente con absolutamente ninguna de esas chicas.

Eran sólo instantes... ni siquiera las recordaba o las tenía en cuenta, de hecho a veces ni siquiera sabía sus nombres... aunque en realidad, no sabía sus nombres nunca.

Pero Sirius sí recordaba el nombre de su conquista preferida y a decir verdad y aunque no se habían puesto ningún título oficial, comenzaba a acostumbrarse a su compañía sexual.

Solían escaparse entre asignaturas o por las noches, excepto las de luna llena, a dar rienda suelta a sus más bajos instintos.

Severus y Sirius eran un secreto, el mejor guardado en ese castillo... y en cierta forma y a pesar de que en un principio el ojinegro había tenido sus dudas, de alguna manera se había terminado convenciendo de que era lo mejor.

Después de todo, Toni había aceptado a Lewis. Nada oficial, tan sólo unas pocas citas.

Aunque Régulus le insistía en que lo había hecho sólo porque no quería que el Ravenclaw lo avergonzara más enviandole cartas, Severus sabía que había perdido su oportunidad, dijera lo que dijera Reggy... y su mejor opción, y vaya que follar con el chico más lindo del Colegio lo era, seguía siendo Sirius Black.


Severus mordió su labio inferior al sentir las profundas y violentas estocadas que el León le estaba propinando.

- ¡Ah Black, idiota! – gritó frunciendo su ceño – Se más suave, me duele maldición – pidió enojado mientras giraba su rostro y observaba el rostro de su amante – Y quita esa cara de libidinoso, me la baja en serio – largó negando consternado y mirando nuevamente al frente.

Nacido en el año del CerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora