33. tormentos.

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¿Recuerdas aquella lejana vez en la que hablamos de los errores? Pero no de cualquier error, sino de uno en específico: Lee Donghyuck.

«Y, tal cual, como nosotros, existe Haechan, aquel chico rodeado de errores, mas que aún no siente aquella repulsión en su estómago, puesto que jamás se ha sentido culpable de sus errores.»

Hasta ahora.

Donghyuck ha cometido muchos errores sin siquiera percatarse, pero ninguno fue tan grave como este, aquel que, sin querer, conllevó a un montón de errores más prominentes y eventualmente, a graves consecuencias también.

Y a pesar de que aún no se sabe a ciencia cierta el momento en que esta gran bola de nieve comenzó a acumularse, sí se puede adivinar el momento en el que se deshará, en el que explotará y dejará que los grandes restos de nieve se esparzan por doquier desordenando todo a su paso.

Y ese momento es este.

Se separó en un respingo al oír una voz llamar a su novio. Colocó ambas manos sobre el pecho de Mark y lo empujó, cortando desde la raíz la pasión que había crecido durante los largos minutos en los que llevaban pasando el rato.

—¿Mark? —oyó decir. Su corazón dio un vuelco, reconociendo aquella voz, y preguntándose si había oído bien.

El chico se acercó unos pasos más, y su corazón dejó de latir directamente.

Aquel cabello rosado era inolvidable, como también lo era su característico cuerpecito delgado y bien esculpido que sólo podía pertenecer a una persona.

—¿Renjun?

Su voz salió en un jadeo, sin él poder controlarlo. La sorpresa le cayó como un yunque de pesado, y el darse cuenta de que esto era la mismísima realidad y no una fantasía o un sueño dolió equivalentemente como a una patada en el estómago.

—¡¿Haechan?! —Renjun exclamó en un chilido al reconocerlo. Sus ojos por poco se salen de sus órbitas y su mandíbula se abrió tanto que, un poco más y se caería al suelo.

Mark se paró enfrente del de cabellos rosados, ajustándose la corbata y metiéndose torpemente la camisa —ya arrugada— dentro del pantalón. Se atusó el cabello con los dedos y se dirigió a su ahora compañero, fingiendo como si no hubiese sido pillado besuqueándose con un chico del equipo enemigo.

—¿Me buscabas? —dijo él, pero esto ya no se trataba de él, sino de Haechan y Renjun.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el de cabellos morados, todavía tratando de recuperar el aliento y de asimilar todo lo que se estaba presentando delante de sus ojos. Al igual que Mark, se alisó la camisa con sus manos temblorosas, para después peinarse el cabello con los dedos, quitándose el sudor ya frío de sus sienes.

—¿Qué haces tú aquí? —pronunció, sin quitar la expresión pasmada de su rostro.

Haechan permaneció en silencio, tratando de responder a su pregunta sin sentir tanto la culpa que ya empezaba a dolerle en el pecho.

—Yo... estaba trabajando... —balbuceó, viendo que Renjun no cambiaba su expresión. Soltó un suspiro, rindiéndose—. ¿En serio tengo que explicarlo? Ya lo has visto todo, no preguntes. —refunfuñó, apartando la mirada.

Mark se mordió el labio para no reírse de su comentario.

—Dime tú qué haces aquí —continuó Donghyuck, mosqueado de pronto—. ¿Acaso no sabes lo preocupados que estamos por ti? ¡Jeno hasta se fue de casa para buscarte! —alzó la voz, regañándolo—. Todo está patas arriba porque todos queríamos saber dónde estabas y por qué mierda te fuiste de casa sin dejar rastro. —Se cruzó de brazos, mirando al chico con una expresión endurecida.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora