20. ruptura.

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El silencio reinó en el lugar. Lo que Jaemin le contó a Haechan fue algo que lo dejó bastante preocupado. Ahora no podía dejar de pensar en el peligro al que se veía expuesto, y que si no tomaba medidas contra ello las consecuencias serían peores.

—Iré al baño —mintió, excusándose para estar a solas. Tenía que pensar las cosas más a fondo.

Jaemin no respondió, simplemente se quedó mirando hacia la calle, absorto en su propio mundo.

Tenía que encontrar una evidencia que demostrara que tenía razón. Porque estaba más que seguro de que la tenía, y no iba a descansar hasta encontrarla. No le importaba si después Renjun se veía obligado a irse y terminar en la calle, después de todo, es un Retrógrado, e inevitablemente su destino es ese; la calle.

Dejó caer la lata de cerveza al suelo, haciéndola rebotar y provocando un ruido metálico entre todo el silencio sepulcral que existía en el vacío callejón a mitad de la noche.

Suspiró. Si tan sólo Renjun no fuera tan astuto... ya habría encontrado algo para echarlo y que no causase más problemas aquí.

Oyó una conversación a lo lejos. Dos personas se acercaban al lugar, hablando entre risas. Al principio no los reconoció, pero después supo que eran Jeno y Renjun cuando la luz del farol los iluminó. Se veía que estaban pasando un buen rato, ya que ambos sonreían mientras hablaban de temas que él no alcanzaba a oír.

Los observó mientras tanto se iban acercando a la casa. Renjun no dejaba de sonreír y Jeno no dejaba de mirarlo. Era tan perspicaz... actuaba demasiado bien como para lucir sospechoso. Dios, en serio que él no le causaba una buena espina. No sabía si era esa sonrisa, o la forma tan tranquila en la que habla o actúa... o quizás por ser un Retrógrado, pero el hecho de que se comporte tan natural siempre es algo que le cuesta creer. En algún momento debía de salirse de su papel, ¿no?

Tanto Renjun y Jeno lo saludaron antes de entrar en casa, y después, volvía a estar a solas y en silencio. Necesitaba probar que tenía la razón, a toda costa, costara lo que costase.

Se puso de pie para adentrarse en casa. La brisa empezaba a enfriarse y el culo ya se le había dormido por estar tanto rato sentado sobre el cemento. Se limpió los restos de polvo del trasero, y tomó la lata del suelo para tirarla al basurero de enfrente. Lo lanzó para no tener que caminar.

Soltó un pequeño respingo al divisar una sombra detrás de la pared del callejón. Encogió sus ojos para agudizar su vista, dándose cuenta de que no fue producto de su imaginación. Su corazón se saltó un latido al reconocerlo. Era Johnny otra vez.

Gruñó, ¿qué quería ahora? Estaba harto de que siguiera insistiendo, porque ni aunque lo atosigue toda su vida va a aceptar ninguna cosa de él, y Johnny lo sabe. Pero, ¿por qué sigue insistiendo? No lo entiende.

Lo miró fijamente, esperando a que se acercara para que empezara a molestarlo, sin embargo, se extrañó al ver que no lo hacía, sino que se mantenía estático en su lugar, mirándolo.

Su mirar era tan intenso que provocó que los vellos de Jaemin se erizaran. Le echó la culpa al frío, pero la verdad era que estaba asustado de Johnny. Era tan impredecible que no sabía cuál sería su siguiente movimiento, y justo ahora, en este momento, no podía predecir lo que haría después.

Se quedó mirándolo fijamente, no porque quería, sino porque sus nervios lo mantenían paralizado. Johnny se mantenía igual, observándolo con esa mirada burlona y su sonrisa ladina esbozada entre sus labiales.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora