Se han contado millones de historias, tantas como los astros del cielo, donde se nos hace imposible cuantificarlas.
Sin embargo, y esto es lo más curioso, es que ninguna historia es igual a la otra. Todas tienen distintos matices, distintos géneros, distintos acontecimientos. Y aquí es donde llegamos a un punto importante.
Toda persona, todo personaje, tiene una historia. Un pasado que los derivó a donde están ahora, una sucesión de acontecimientos que los trajo aquí. Mas, ningún camino es fácil, y si queremos un final feliz en nuestra historia, es necesario aferrarse a aquel pasado, y simultáneamente, dejarlo ir, para poder tomar más fuerzas y seguir avanzando en aquel largo y arduo camino que es nuestra vida.
Pero, ¿y si nos rehusamos a rememorar nuestro pasado? ¿Si nos rehusamos, por rencor, a aceptar lo que fuimos alguna vez? O peor aún, ¿a perdonar?
Preguntémoselo a Jaemin. ¿Por qué aún no es capaz de mejorar? ¿Por qué su actitud tan orgullosa lo condujo a tomar malas decisiones? La respuesta es tan simple, aunque la pregunta no lo parezca: porque jamás ha tenido el valor de superar su tan traumático pasado.
Los errores, el pasado en sí mismo es imposible de cambiar, no obstante, tampoco es posible evitarlo. Es como un efecto rebote; puedes golpear la pelota, alejarla de ti, pero en algún momento chocará contra alguna pared, o contra el suelo, y se devolverá, y el golpe que dimos en un principio volverá con muchas más fuerzas que antes.
Ahora, imaginemos la misma situación, pero repitiéndola una y otra vez sin descanso, y encontraremos la historia de Jaemin, un joven de veintitrés años que ha golpeado la misma pelota infinitas veces, y sigue dándose el mismo golpe de vuelta.
El pasado de Jaemin quedará plasmado para siempre en la línea de tiempo de su historia, y negarlo sólo traerá malas consecuencias a su vida, consecuencias que, con el pasar de los días, de los meses y de los años, no le harán más daño que a sí mismo. Es decir, que si no se superan —nuestro pasado, nuestros rencores— o no sacamos una reflexión o enseñanza de ello, nuestro camino de vida no tendrá ningún sentido y seguiremos andando en círculos una y otra vez hasta que nuestro calzado se desgaste y no podamos seguir andando ya más.
Es por eso que debemos perdonar, que debemos vengarnos, que debemos, no dejar ir, sino aceptar nuestro pasado para seguir creciendo, como lo hizo Jeno al perdonar a Jaemin y posteriormente tomar impulsos para vengar la muerte de lo que alguna vez fue la persona que más quiso: Renjun. O como Chenle, que perdonó a Jisung aun cuando le ocultó desde el principio que había sido el verdadero traidor. O como Haechan, que perdonó a su amado Mark incluso luego de enterarse del gran secreto que le ocultó durante todo el periodo que estuvieron juntos.
Y esta, es nuestra reflexión, nuestra conclusión... de la cual aún nos queda un pedacito por resolver.
«Hierba mala nunca muere», reza un viejo refrán que se ha mantenido intacto con el pasar de los años. Y aquí, la mala hierba era nada más, ni nada menos, que Johnny Suh.
La mala hierba, entonces, se levanta del suelo, aún con la pierna botando sangre y el dolor escociéndole la herida.
A tientas logró pararse, y sin querer rendirse se acercó cojeando a Jaemin, quien estaba igual de herido que él. La hemorragia que corría por la herida en su costado recién comenzaba a apaciguarse, mas el dolor parecía hacerse cada vez más agudo. Jaemin se sentía aturdido, en cualquier momento se desmayaría del dolor.
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2083 ー NCT
FanfictionAño 2083, Era de Edén. El mundo ha sufrido un giro de ciento ochenta grados luego de una larga crisis conmemorada como el Apocalipsis. Más de la mitad del mundo pereció, y con ello también lo hicieron todo lo que alguna vez se conoció como Ley y Ord...