5. errores.

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El corazón de Renjun se paralizó por unos segundos. Sus nervios estaban a flor de piel y era natural que se alterara hasta por el más mínimo sonido. Su cuerpo involuntariamente se tensó del susto, y al ver por el espejo a la persona que tenía tras de sí, sus sentidos se sensibilizaron con aún más potencia. Un joven unos cuantos años mayor que él se quedó petrificado con su presencia, vislumbrando su apariencia sin siquiera hacer el amago de disimular.

—Ah... ¿trabajas aquí? —preguntó con una sonrisa pícara. Por su cabello bien peinado y su traje supo que se trataba de alguien con dinero. Un cliente. Su primer cliente.

Nada de información personal, nada de cháchara innecesaria. Bailas, consigues tu dinero, y te vas. Es todo.

—Sí —replicó con sorpresiva seguridad.

—Ya veo... —recorrió con su vista todo el cuerpo del chico, no escapándosele ningún detalle—. ¿Cuánto me cobrarías por darme uno de tus bailes? —mordió su labio inferior.

No tengas vergüenza, después de esto no lo volverás a ver. Pensó. Sólo tenía que atreverse, dejarse llevar por unos minutos y mentalizarse que después de esto, probablemente no volvería a ver a esta persona quizás nunca.

Sonrió travieso al saber e imaginarse lo que podría pasar en tan sólo unos minutos al futuro.

—Haré que sueltes todo el dinero de tu billetera... —le susurró, coqueteando y girándose en su dirección.

—Qué atrevido eres, me gusta... —sonrió, relamiéndose los labios—. Ven aquí. —Le pidió, ofreciéndole la mano.

Renjun obedeció, tomando su mano y acercándose con paso seductor. Se dejó llevar por el ahogado ritmo de la música de afuera, sintiendo el ritmo apoderarse de su cuerpo. Lo miró directamente a los ojos, sin dejar de moverse. Lo tenía acorralado contra la puerta, y al ver la expresión de sorpresa que el joven soltó, se sintió aún más confiado.

Empezó moviendo sus caderas lo más cerca posible de su cuerpo, sin dejar de sonreír o de mirarlo con picardía. Tocó con suavidad la tela de su ropa, escuchando como respiraba cada vez con más agitación. El chico acercó sus manos a su cuerpo, desabotonándole un par de botones más. Renjun no pudo evitar sentirse incómodo y nervioso, pero continuó, procediendo a acariciar el rubio cabello de su cliente, tirándoselo hacia atrás para revelar su cuello y regalarle suave y a a la vez húmedo beso en ese lugar.

El calor en el ambiente iba subiendo, lo que quería decir que estaba haciendo un buen trabajo.

—No pares... —le pidió con voz agitada—. Eres tan atrapante...

Renjun soltó una risita tímida, siguiendo con los mismos movimientos. Se sintió inmerso en la música más que en la persona que tenía enfrente, lo que le hacía sentir el triple de veces mejor. Cuando la canción de fondo acabó, él lo hizo también.

Se acercó coquetamente a sus labios, sin dejar de mirarlo. El chico alzó un puñado de billetes de su bolsillo, no queriendo romper el contacto visual entre ambos. Renjun sonrió al ver de soslayo los papeles verdes. El chico quiso acercarse y besarlo, pero él fue más rápido y alcanzó a poner su dedo índice sobre sus labios para pararlo, sin dejar de ser seductor.

—Si vuelvo mañana, ¿podré volver a verte? —preguntó, demostrando cierto atisbo de desesperación con sus ojos.

—En tus sueños, quizás —rio travieso, arrebatándole el dinero de las manos y saliendo del baño por fin.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora