4. comienzo

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La luz del sol se escabulló entre las cortinas de la ventana, golpeando suavemente el rostro de Renjun, quien aún parecía estar en un profundo sueño. No fue hasta que sintió su piel arder que despertó, encontrándose con el sol sonriéndole frente a frente.

El cielo se veía celeste y despejado, pero a pesar de ello, no era tan potente como el terrible sol de verano. Se sentía como una brisa primaveral, algo agradable y un día perfecto para salir a caminar, pero él tenía que enfrentar otra realidad, lamentablemente.

—Buenas tardes —le saludó Jeno, quien ya se había levantado y ahora limpiaba un poco la habitación.

—Ah... hola —le saludó el mayor de vuelta, aún algo perdido. Por unos segundos pensó que todo había sido un sueño... pero no. Al menos Jeno no había sido producto de su imaginación, y agradecía por ello.

Se le hacía extraño que la luz del sol estuviese tan abajo, ¿había dormido tan poco? ¿O ya era demasiado tarde?

—¿Qué hora es? —le preguntó. Jeno terminó de guardar unos papeles dentro de un cajón, y revisó el reloj de su muñeca. Tocó la pantalla para prenderlo y mostrarle la hora.

—Las cinco y cuarto —replicó.

—¿De la mañana?

Jeno sonrió divertido.

—No, de la tarde.

Renjun saltó en su lugar, sintiendo automáticamente cómo el calor subía hasta sus mejillas. Había dormido demasiado... qué vergonzoso...

—Creo que dormí demasiado... —dijo entre dientes, acariciándose la nuca con incomodidad.

Jeno se acercó a él sin apartar esas medias lunas de su cara. Se acercó al buró que estaba a un lado de la cama, y comentó:

—Eso es relativamente temprano, considerando que nosotros trabajamos de noche... —tomó su teléfono celular de una superficie en forma de plato, que al parecer mantenía el teléfono con carga—. Es como levantarse a las cinco de la mañana, pero al revés.

Renjun había escuchado la mitad de su sentencia, puesto que se distrajo al vislumbrar su cuerpo por segunda vez. No estaba usando pijama, sino un buzo gris y una camiseta sin mangas blanca que en realidad no cumplía función alguna. Desde los lados se veía todo su torso y por delante se traslucía debido a la delgada tela. Y no es como si la luz del sol ayudase mucho tampoco...

Negó con la cabeza repetidas veces, tratando de esfumar esos pensamientos de su cerebro, pero no había caso, le gustaba ser desobediente...

—¿Quieres bajar? Debes estar hambriento —le dijo, sin dejar de mirar la pantalla de su celular. Renjun empezaba a sentirse curioso acerca de ese aparato, se le hacía familiar por alguna extraña razón.

—S... sí —balbuceó, zafándose del amarre de las sábanas. Sintió la mirada de Jeno clavarse sobre él, y no pudo evitar ponerse el doble de nervioso—. Ah, esto... el baño... —su boca y su mente se habían desconectado, y ya no podía hablar como quería. Ah, mierda, qué frustrante... pensó, sintiendo cómo su rostro se enrojecía de la vergüenza.

—Ah, claro, tómate tu tiempo —le dijo—. Bajaré a preparar el desayuno, cuando estés listo sólo baja —volvió a sonreír. Renjun asintió con la cabeza, y se levantó para ir directo al baño.





2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora