Sus pupilas se movían de un lado hacia el otro en la oscuridad, buscando desesperadamente un atisbo de luz en donde confiar. La mente de Renjun maquinaba a mil por hora sucesos extraños, escenas sin aparente significado que se han repetido millones de veces en su largo sueño en el que aún está atrapado.
Dentro de su mente, podía oír risas, ver colores vívidos y llamativos, agradables a sus ojos. Era un ambiente realmente ameno en el cual se sentía feliz de ser parte; un lindo paisaje urbano con un lindo atardecer de fondo. Las pequeñas risas pertenecían a un par de niños que se encontraban en frente de los rayos del sol, y justo detrás de ellos, se situaba una gran e imponente construcción, un edificio hecho tan sólo de vidrio. Renjun estaba acostumbrado a aquel escenario, puesto que se repetía inevitablemente una y otra vez en su cabeza a modo de sueño, pero cuando pasaba un tiempo determinado, se desvanecía como si jamás hubiese existido. La saturación de los colores bajaba hasta ser casi escasa, como un monocromático dibujo sin emociones ni vida en él. Insignificante, triste, sepulcral.
Mas esta vez, fue diferente. La escena apareció otra vez frente a sus ojos, otra vez oía las risas, otra vez veía a aquel par de chicos y el gran edificio delante del cálido atardecer, sin embargo, esta vez sintió un calor en su espalda que se propagó hacia sus manos y eventualmente a todo su cuerpo. De pronto sintió cómo este calor comenzaba a quemarle el cuerpo hasta que se volvía insoportable, aunque la escena de su cabeza seguía intacta como siempre sucedía, no así con las risas, que cuando dejaron de oírse, empezó a escuchar otros ruidos que no conocía. Se percibían como un suave canto a la lejanía, no sería hasta unos segundos después que lo identificaría como una voz femenina que no cantaba, mas sí hablaba, y en un tono repetitivo como la estrofa de una canción. ¿Acaso estaba entrando en otro sueño aparte de ese lindo atardecer? Era lo que Renjun creía, pero no.
Justo después de haber oído aquella voz, el aire le empezó a hacer falta. Sintió los latidos de su corazón palpitar en todo su cuerpo, y de pronto, sus pulmones aceleraron su proceso al darse cuenta de que le faltaba el aire. Su pecho empezó a subir y bajar de manera precipitada, sin ningún tipo de control, y después de mucho tiempo, sus ojos se abrieron.
Sus párpados se separaron, y sus ojos se abrieron de par en par como un bebé recién nacido viendo por primera vez, aunque, a diferencia de aquellos pequeños seres humanos, él no veía nada más que la misma oscuridad que ha estado observando todo este tiempo.
Y por alguna razón, aquel fondo negro le trajo una paz, como si fuese aquél el que le brindase seguridad y plena confianza, sin embargo, no duró mucho tiempo.
El sonido de la voz cada vez se oía más lejano, y Renjun, por más que tratara de olvidarlo y volver a dormir, no podía. El dolor en su cuerpo le pedía a gritos que hiciese algo, pero él no sabía exactamente el qué.
Comenzaba a desesperarse. La yema de sus dedos cosquilleaba, y sus pies se movían inquietamente. Y de pronto, y de manera involuntaria, sus manos se convirtieron en puños, alzándose con fuerza. Su garganta soltó un leve gemido al sentir sus nudillos chocar contra un duro techo.
Lo intentó de nuevo, pero el dolor fue el doble. Lo intentó con sus pies, pero el resultado fue el mismo, incluso peor. Uno de sus dedos se torció, provocando que Renjun soltara un gemido aún más audible.
Cada vez se sentía más despierto y ahogado allí. Se dio cuenta de que el dolor que sentía en toda la parte de atrás de su cuerpo era porque estaba envuelto en un charco de agua caliente, y que el constante vapor no le dejaba recibir el oxígeno suficiente hacia sus pulmones. Hubo un momento en donde ya no lo soportó más y cayó en desesperación, golpeando cada esquina del duro techo en el que se encontraba. Por accidente, terminó tocando un botón, y el gran techo se abrió, dándole paso a la luz y encandilando sus ojos.
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2083 ー NCT
FanfictionAño 2083, Era de Edén. El mundo ha sufrido un giro de ciento ochenta grados luego de una larga crisis conmemorada como el Apocalipsis. Más de la mitad del mundo pereció, y con ello también lo hicieron todo lo que alguna vez se conoció como Ley y Ord...