26. frustración.

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Jaemin no pudo hacer nada más que largarse a llorar. Oyó a Jeno salir azotando la puerta, y después, silencio absoluto. Dentro del comedor de la casa no se oyó nada hasta segundos después en donde el líder explotó en sollozos al no saber cómo lidiar con la situación. Esto se había ido de sus manos, ya no podía tener control de nada de lo que se le presentaba delante. Quizás había perdido la habilidad para liderar un equipo debidamente, puesto que jamás antes había tenido que enfrentarse a un conflicto así.

Nunca se imaginó un momento como este, jamás pensó que en algún momento aquel lazo tan fuerte que habían formado durante sus peores momentos se pudo haber roto tan fácil como si sólo hubiese sido un hecho cotidiano sin relevancia alguna. Jamás se imaginó que perdería a Jeno de esa manera, ni siquiera pensó que en algún momento sería capaz de tocarle un pelo, pero ya se habían enfrentado más de una vez.

Se incorporó del suelo y acercó sus piernas hasta su pecho, abrazándolas con sus brazos. Sorbió su nariz cuando se calmó un poco, pero apenas recordó lo que sucedió hace un rato, se largó a llorar otra vez. La herida en su pómulo ardía por lo salado de sus lágrimas.

—¿Lo ves? ¿Ves lo que pasa cuando te dejas llevar por tu terquedad? —le reprochó Haechan, adentrándose en la habitación luego de oír todo el alboroto. Jisung y Chenle también estaban allí, observándolo todo en silencio.

Jaemin no quería hablar ahora. No quería que nadie lo viera en este estado de vulnerabilidad, pero ya era demasiado tarde. Chenle y Jisung también estaban allí, viendo su deplorable condición. Esto era humillante...

Haechan lo ayudó a ponerse de pie, tomándolo de los brazos y tironeándolo para que pudiera apoyar sus pies sobre el piso. Jaemin se dejó llevar, sentándose después en el sillón, lánguido, como si hubiese perdido todas sus fuerzas de golpe.

—Siento ser yo el que te diga esto, pero... eres un idiota, Jaemin. —susurró el de cabellos morados, mirándolo con lástima. Jaemin sintió su sangre hervir por aquel comentario, pero no tenía las fuerzas como para responderle.

Aunque, tampoco tenía nada para refutarle, porque sabía que en el fondo tenía razón.

Jaemin mantuvo su vista fija en el piso, con la mirada perdida. Su mente se volvió en blanco, ningún pensamiento ahora pasaba por su cabeza más que la sensación de vacío aprisionando su pecho.

Haechan se paró enfrente suyo, interrumpiendo sus pensamientos. Colocó ambas manos en su cintura y miró a Jaemin, alterado.

—¿Por qué sigues ahí sentado? —le preguntó, mirándolo con molestia—. ¡Ve a disculparte!

Lo empujó levemente para que atinara, y Jaemin no tuvo más opción que ponerse de pie. Ni siquiera se resistió, simplemente obedeció sin articular palabra ni tampoco maldecirlo para sus adentros.

Caminó hasta la puerta de entrada, tomó las llaves del coche, y salió. Bajó las escaleras, se subió al auto y echó a andar. Todo, con un semblante apático el cual era producto de todas las emociones que sentía dentro suyo y que no podía expresar con coherencia.

Salió del callejón hasta la avenida, y pudo divisar a lo lejos, el coche de Jeno andando lentamente por la calle. Tuvo el impulso de acelerar y hacerlo entrar en razón, pero se contuvo. En cambio, decidió seguirlo, observar cada uno de sus movimientos.

Jeno anduvo varios minutos por la misma avenida, pegado a la vereda, quizás para ver si encontraba a Renjun merodeando por allí, pero Jaemin sabía que eso no iba a suceder, que Renjun se había ido y que no volvería, tal vez, jamás.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora