8 meses atrás.
Sus dedos rodeando el borde del vaso, sus ojos perdidos, pensando en la nada, con la mente en blanco. Un suspiro lastimero. La música retumbando en su cabeza, mareándosela. Tal vez los efectos de las pastillas junto al alcohol estaban haciendo su efecto. Decidió darle otro sorbo a su vaso. Colocó una mueca de disgusto, y devolvió la bebida al vaso en un escupitajo. ¿Por qué estaba bebiendo whisky? Ni siquiera le gustaba, el sabor era tan fuerte que se quedaba impregnado en sus papilas gustativas por horas, como el olor a mierda que siempre pulula en el baño del bar. No entendía por qué vendían algo tan caro si era tan malo.
Suspiró. ¿Por qué Jaemin lo mandaba a trabajar aquí? Odiaba bailar, odiaba tener que vender su cuerpo por cierta suma de dinero. Odiaba tener que complacer con bailes a adultos y viejos asquerosamente calenturientos por un poco de plata para tener que mantenerse. Él quería algo más que sólo un baile. Él quería algo más que tener que bailarle sensualmente a desconocidos y luego tener que recoger del suelo los billetes que le tiraban sobre el escenario. Él quería algo romántico, algo real.
Haechan quería sentirse vivo.
Él creyó que, en el momento en el cual abandonó a sus padres, su vida mejoraría en grande manera, empero, seguía estando en la misma espiral en la cual él mismo cayó sin ayuda de nadie. A veces se arrepentía, su familia lo amaba, lo quería por cómo era sin importar las condiciones, y a estas alturas y en esta actualidad, cualquiera habría envidiado la vida que él tenía en aquel momento, pero, simplemente, Haechan no se sentía feliz allí.
Pero tampoco se sentía feliz acá.
Cuando conoció a Jaemin en la calle, creyó inocentemente que el narcotráfico y los crímenes serían lo suyo, y pues, no se equivocó, mas, aún había un pequeño espacio vacío en su corazón. Era muy pequeño, como el pinchazo de una aguja, pero que ardía mucho, casi como si se estuviese expandiendo con rapidez a medida que la sangre se derramaba lentamente.
Suspiró otra vez, apartando el vaso de whisky a un lado y dándose la vuelta para darle la espalda a la barra. Se cruzó de piernas y apoyó sus brazos sobre la superficie de la barra. Las mesas estaban repletas de personas de todo tipo; desde Retrógrados pobres que salían durante las noches para que la policía no los encontrara, hasta empresarios importantes que podía reconocer, ya que sus rostros salían frecuentemente en el periódico digital debido a su grande influencia en la economía y la dirección del país.
Rechistó, ¿quién se imaginaría que en algún momento el mundo estaría tan desordenado y corrupto como lo está ahora? Si los Retrógrados que vivían antes de la Era de Edén y el Apocalipsis vieran esto, se desmayarían de la impresión, seguramente.
—Dos vasos de cerveza, por favor —pidió alguien a su lado. Haechan se giró para verlo. Un chico de estatura mediana y cabello castaño se había sentado un par de sillas más allá, esperando pacientemente su pedido. A Haechan le llamó la atención sus ojos redondos y la forma circular de sus labios, los cuales daban la impresión de ser delgados, pero que, si se miraban con detención, se denotaba lo gruesos que en realidad eran.
La forma de su cuerpo era proporcionada; hombros anchos, cintura pequeña. La camisa blanca que usaba se ceñía a su torso, marcando con aún más ímpetu su figura. Sus muslos sólo mejoraban la imagen, revestidos de un pantalón negro y terminando con unas botas, también negras. El chico portaba una funda de pistola en el cinturón. Era evidente que un ciudadano normal, no era.
—Qué sencillo —comentó Donghyuck cuando el chico recibió su pedido. Él se giró, algo confundido, como si no hubiese entendido—. Eres la primera persona que veo que pide cerveza en este bar.
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2083 ー NCT
FanfictionAño 2083, Era de Edén. El mundo ha sufrido un giro de ciento ochenta grados luego de una larga crisis conmemorada como el Apocalipsis. Más de la mitad del mundo pereció, y con ello también lo hicieron todo lo que alguna vez se conoció como Ley y Ord...