37. venganza.

438 81 50
                                    




—¡Yo fui! —se oyó una exclamación detrás, llamando la atención de todos—. ¡Yo soy el culpable de que Renjun ahora esté muerto! ¡Cúlpenme a mí! ¡Ódienme a mí porque yo lo maté! —Jisung había tensado su cuerpo y empuñado sus manos para confesarlo, sacando fuerzas de donde ni él tenía idea que tenía.

En aquel momento permanecía con los ojos cerrados, pero cuando los abrió, se encontró con los cuatro chicos mirándolo fijamente, cada uno con una expresión distinta: A Haechan se le había caído la mandíbula hasta el suelo de la sorpresa, sus ojos, aún anegados en lágrimas, brillaban con fuerza. Mark también parecía sorprendido, aunque más por su confesión que por el no saber, porque, en realidad, sí sabía la verdad desde el principio. Jaemin no se giró del todo, sino que paró en seco, y miró hacia atrás de soslayo, como si una amenaza estuviese detrás suyo. La reacción de Chenle fue la que más le dolió; el ver su cabeza girarse lentamente hacia su dirección, y después su rostro serio anegarse en lágrimas lo destrozó por completo. «Ojalá te hubiese podido decir antes» pensó.

—Es mi culpa... Yo... yo fui mandado aquí sólo para destruir el grupo. Ódienme a mí, no a Renjun, él es inocente... —farfulló, su voz temblándole con exageración—. Ya no puedo remediar lo que hice pero... por favor, perdónenme.

Sintió sus piernas flaquear, y todo su cuerpo desvanecerse, como si estuviese a punto de desplomarse ahí mismo. El mundo le dio vueltas, sintiendo todas sus emociones aflorar y convertirse en gigantes lágrimas que no tenía fuerzas ya para reprimir. Sintió un peso caer de su espalda, pero justo después, una carga el doble de pesada recaer sobre él, debilitándolo aún más.

Y, de pronto, se sintió patético. Debió haber sido más temerario y confesarlo antes, debió haber evitado este desastre desde el principio, no cuando ya todo está tan destruido hasta el punto en el que las probabilidades de volver a reconstruir son casi nulas.

Silencio absoluto. Los sollozos de Jisung era lo único que se oía, los demás permanecían parados en sus lugares como si las palabras del menor hubiesen tenido el poder de petrificarlos.

Chenle fue el primero en reaccionar. La puñalada en su pecho dolió tanto que el ardor se expandió por todo su cuerpo. Sintió el momento exacto en donde su corazón se partió en dos, y en el que la poca compostura que le quedaba se iba desvaneciendo.

—Entonces... ¿todo fue una mentira? —preguntó en un susurro, refiriéndose a ellos dos. Bajó la vista, no quería ver su expresión cuando contestase, sin embargo, fue innecesario, puesto que Jisung ni siquiera le contestó, lo que le confirmo que sí, que había sido una mentira.

Asintió con la cabeza y se quedó así, reprimiendo las lágrimas que, si las dejaba caer, soltaría toda la mierda que lleva aguantándose hace un tiempo, y aquello era justo lo que quería evitar.

El silencio volvió a ser, mas no les duró mucho tiempo, pues las risas de Jaemin pronto reinaron en el ambiente.

Comenzó con una risita casi inaudible, pero paulatinamente subió de volumen hasta que terminó siendo una risotada que no iba para nada con el contexto de la situación.

Se rio tanto que tuvo que abrazarse el abdomen ante el dolor que comenzó a sentir. Había perdido por completo los estribos. Una noticia tras otra, una traición tras otra lo dejó tan descolocado que ya ni siquiera pensaba con claridad.

La situación para él se había vuelto tan absurda, que no podía evitar reírse, porque era mejor que largarse a llorar. De pronto se sintió desconfiado, y miró a la gente a su alrededor. Absolutamente todos le escondían un secreto; Haechan, Chenle, Jisung, sin excepción. Todos eran unos traidores, lo habían excluido aun cuando él era el personaje de más autoridad en aquel equipo.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora