23. arrepentimiento.

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Cada roce se sentía como una descarga eléctrica en el cuerpo de ambos, cada beso aumentaba el deseo que se tenían el uno al otro, y cada caricia mantenía los sentidos de Renjun y Jeno en su auge.

Renjun permanecía sentado sobre el regazo de Jeno, mientras que él sostenía al mayor de su cintura, acariciando con suavidad, hacia arriba y hacia abajo, sus delgadas ropas que hacía tiempo tenía ganas de apartarlas de su camino. Ya no quería sentir su ropa, quería sentir su piel sobre sus dedos sin ningún tipo de obstáculo.

Había sido un día ajetreado. La luna estaba en pleno centro del cielo, y a pesar de ser un sábado, las cosas no estaban yendo tan bien como antes, y todo el equipo estaba al tanto de ello. El estrés de la situación agotaba cualquier energía incluso en los no involucrados, lo que reducía su rendimiento considerablemente. Y pues, tanto Jeno como Renjun debían de liberar el estrés de alguna forma, ¿no?

El sonido de los besos se oía levemente dentro de la habitación en la que sólo ellos dos se encontraban, y por cada segundo que pasaba, parecía ser que la nula distancia que había entre ambos se empezaba a hacer lejana. Ambos necesitaban y querían más el uno del otro más allá que sólo un simple beso.

Jeno no pudo resistirse más. El cosquilleo en las yemas de sus dedos, el palpitar de su corazón, y la presión entre su entrepierna lo empezaba a volver loco, más aún sabiendo que Renjun no dejaba de acariciarlo tan delicadamente con esos dedos...

Soltó un jadeo al sentir las calientes manos del mayor sobre su cuello, rindiéndose por completo a él. Renjun, por su parte, seguía besándolo en distintas partes de su rostro; su mejilla, su nariz, su frente, y después bajando lentamente hacia su cuello dejando un camino de besos a través de su rostro.

Y Jeno, con sus traviesas manos, aprovechó la distracción para escabullir sus dedos dentro de la tela de su camiseta, tocando, por primera vez, su pequeña cintura y su suave abdomen con sus propios dedos.

Ahora era Renjun quien gemía al sentir los dedos de Jeno sobre su estómago, revolviendo y descontrolándole todas las entrañas de una manera que ni él sabía, era posible sentir. Estuvo a punto de dejarse llevar por sus encantos, sin embargo... no podía, no aún.

—Espera —dijo en un jadeo, quitando sus manos de su cuello y posándolas sobre las manos de él, apartándoselas. Jeno lo miró, confundido—. Espera, aún no... no me siento... preparado —decía sin aliento.

Jeno soltó una risita tímida, bajando la vista al sentir su rostro enrojecerse de la vergüenza.

—Perdón —se disculpó, quitándole las manos de encima. Renjun se separó de él, recostándose en la cama. Sintió el aire frío golpearle el rostro. Tanto había sido el deseo que tenían por ambos que el calor se acumuló de tal manera que cualquier ambiente se sentía frío al lado de ellos—. No lo volveré a hacer.

—No, por favor —Renjun agitó su mano en signo de negación—. No dejes de hacerlo... —soltó en un susurro, casi como un sonido inaudible que él hubiese preferido que Jeno no escuchara—. Sólo que ahora... me siento muy cansado —murmuró.

—Te entiendo, y no haré nada a menos que tú quieras —dijo, acomodándose la camiseta desordenada y peinándose el cabello con los dedos. Dios, aún sentía demasiado calor, su frente estaba empapada en sudor por culpa de Renjun.

—Ven aquí —le pidió el mayor, palpando el edredón de la cama, invitándolo a recostarse a su lado.

Jeno sonrió, mostrándole sus lindas medias lunas, y rápidamente se dejó caer en la cama junto a él, apoyando su cabeza sobre el pecho de Renjun, escuchando levemente los lentos y calmados latidos de su corazón.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora