38. perdón.

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—No. —Sentenció. A estas alturas la negación ya era una parte esencial de él—. ¿Acaso quieres suicidarte? No puedes ir. No te lo permito.

Tanto Donghyuck como Jeno se giraron al oírlo, viendo cómo Jaemin, una vez más, se oponía a cualquier cosa que ellos propusieran.

—No puedes ir así nada más. ¿Cómo vas a vencer a alguien tan poderoso como Johnny? —cuestionó, cruzándose de brazos, rindiéndose desde ya—. No puedes dejarte llevar sólo por un impulso, Jeno. Y lo sabes.

Jeno refunfuñó en respuesta, soltándose del agarre de Haechan de un tirón y mirando a Jaemin con la rabia bien retratada sobre su rostro.

—No me importa. Tengo que vengarme. —Espetó, obstinado—. Debo hacerlo, no permitiré que la muerte de Renjun sea en vano —su voz se quebró al mencionar aquel nombre, y sus ojos se cristalizaron—. No voy a dejar que un imbécil como él nos gane.

Jaemin pudo ver la desesperación, la impotencia y la tristeza en sus ojos simultáneamente. La manera en la que sus cejas se alzaban, sus vidriosos ojos, que poco a poco se teñían de rojo por las venas pequeñas que se ramificaban sobre el fondo blanco. La manera en que sus labios se fruncían, incluso el temblor de sus manos le decía que Jeno estaba a punto de perder los estribos, y aquello no era en lo absoluto una buena señal.

—Jaemin —le llamó Donghyuck, quien aún mantenía la calma. Jaemin se preguntó, de repente, cómo es que podía mantenerse tranquilo aún después de haber pasado por toda la mierda desde el principio, y, la verdad, ni el mismo afectado, Haechna, tenía la respuesta a aquella pregunta—. Por favor... no podemos quedarnos de brazos cruzados. No podemos conformarnos así...

—Donghyuck tiene razón —afirmó Chenle, acercándose—. Renjun murió por querer demostrarte a ti que era inocente. Él lo único que quería era la paz entre nosotros, no podemos traicionarlo así...

Jaemin sintió una molestia en su estómago, como si lo hubiesen pateado con una fuerza equivalente a la patada de un elefante. Las palabras de Chenle habían sido demasiado duras... pero ciertas, y él ya no podía negar más aquel hecho.

Renjun no era malo, después de todo, lo único que quiso fue demostrarle, a un necio como él, lo equivocado que estaba.

Oh, dios, qué había hecho...

—¿Acaso no quieres derrotarlo? —cuestionó Jeno entonces, dando un paso hacia delante para estar más cerca de él. Jaemin tembló al ver su poderosa mirada sobre él, provocando que su campo de vista sólo se fijase en él, y en el odio que emanaba de él—. ¿No quieres deshacerte de tu archienemigo de una vez por todas? Ha estado molestándote desde el principio, haciendo ruido alrededor de tu oído como un molesto mosquito. ¿En serio no piensas hacer nada? ¿Ni aun cuando uno ya falleció por ello?

Tragó saliva. Cada sentencia dolía más que la anterior, y a consecuencia de ello, su cuerpo comenzaba a debilitarse. Las piernas le flaquearon, tropezándose. La mirada de todos sobre él le decían a gritos que él tenía la culpa, y por esa misma razón, debía de tomar cartas en el asunto. Pero tenía miedo. Mucho miedo. El sólo hecho de enfrentarse a él le provocaba escalofríos, le hacía recordar escenas que había estado evitando hace más de cinco años. Aunque, hasta él mismo era consciente de que este era el momento, esta era la única oportunidad que, tal vez, tendría para enfrentar su más grande miedo: Johnny Suh y Lee Taeyong.

Miró a todos y cada uno de los miembros que estaban en aquella habitación. Incluso Jisung lo miraba con un rostro de súplica, como pidiéndole que lo salvara de este suplicio.

—Bien —claudicó. Oyó inmediatamente como todos los otros soltaban un suspiro de alivio. De alguna manera, él también sintió que se quitó un peso de encima—. Pero hagámoslo ya.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora