21. conflicto.

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Un día nuevo había empezado para ellos, el sol de mañana los recibía con tal alegría, sin embargo, parecía ser que ni el sol podía disipar la tensión que perduraba desde la noche anterior.

—Hoy trabajaré con Renjun y Haechan —anunció Jaemin, sentándose a la mesa con un plato de arroz entre sus manos.

Todos, absolutamente todos, alzaron la vista de sus comidas para mirar a Jaemin con los ojos bien abiertos. Haechan, Chenle y Jisung se miraron entre sí con las mejillas rellenas de comida, sabiendo lo que se vendría desde ahora en adelante. Renjun, por otro lado, seguía comiendo, tratando de ignorar lo que sucedía a su alrededor.

—¿Qué? —saltó Jeno, mirando a Jaemin con el ceño fruncido.

—Lo que dije —repuso el de cabellos azules—. Trabajaré con Renjun y Haechan.

—¿Y por qué? —inquirió el pelirrojo, poniéndose a la defensiva. Su expresión se endureció aún más al ver que Jaemin se tomaba la situación tan indiferentemente.

—Porque sí —replicó sin más explicación, empezando a comer de su arroz sin pensar en seguir la conversación.

—Eso no es una respuesta válida —espetó el mayor, sin dejar de fulminarlo con la mirada. Sentía el impulso de golpearlo de nuevo. Aún creía que la paliza que le dio ayer no era suficiente.

—Para mí sí. —Dijo sin siquiera mirarlo a los ojos.

Jeno golpeó la mesa al oírlo, sobresaltando a todos los que estaban sentados allí.

—Es una puta pregunta, Jaemin. Una simple pregunta. ¿Puedes responderla bien? Dios —dijo entre dientes, conteniéndose de no abalanzarse sobre él, porque estaba dispuesto a hacerlo, le importaba un carajo si estaban en mitad del desayuno.

—Oigan... —Haechan musitó en un intento de calmar la situación. Se retractó cuando oyó otro golpe sobre la mesa, esta vez de parte de Jaemin. Saltó en su lugar, sin esperárselo—. Olvídenlo —bajó la cabeza, intimidado, volviendo a comer de su desayuno.

—Porque yo soy el que manda aquí, y punto. —Espetó, poniéndose de pie para imponer autoridad.

Jeno también se puso de pie. Ambos se miraban directamente a los ojos, echando llamas. Tanta era la tensión que cualquiera que los viera sabría que el siguiente paso sería agarrarse a golpes hasta que uno de los dos termine o inconsciente, o desangrado.

—¿Y si no quiero? —dijo Jeno, dando un paso hacia adelante.

—Oh, vamos, ya déjenlo —Haechan también se puso de pie, perdiendo la paciencia—. Jeno, ¿puedes sólo callarte la puta boca y hacerle caso? —se cruzó de brazos, soltando un bufido. El aludido lo miró enarcando una ceja, indignado—. Es tu líder y tu amigo, no seas necio. Y tú —se dirigió ahora a Jaemin—. Para la otra, ¿puedes decir las cosas con más suavidad? Estamos recién empezando el día, por Dios. Si al menos van a estar peleados no esparzan su toxicidad con nosotros.

Tanto Jeno como Jaemin se quedaron en silencio, mirando a Haechan sin expresión alguna. El de cabellos morados, en cambio, empuñaba su mano y endurecía todo su cuerpo para reprimir la tensión, el miedo y los nervios que le había causado decir todas esas palabras. Soltó un suspiro al sentir que se desvanecería en ese preciso momento.

—Este imbécil ya no es mi amigo —masculló Jeno, haciendo el amago de volver a sentarse.

—Oye —le reprendió Chenle, quien se sentaba a su lado—. Si vas a seguir armando pelea mejor vete.

2083 ー NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora