Hayden lo tiene todo. Dinero, poder, belleza, talento. Cuatro cualidades que ponen el mundo a temblar cuando de Hayden McMurray se trata.
Acostumbrada a una vida de lujos y riquezas, rodeada siempre de todo lo que ha querido, siendo la más consenti...
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El avión aterriza sobre suelo californiano y no espero ni dos segundos para desabrochar el cinturón de seguridad y salir disparada afuera. El aire caliente me golpea el rostro, el aroma al mar que siempre está impregnado en todos lados me provoca ganas de llorar pues no sabía que echaba tanto de de menos este lugar.
El tiempo parece pasar lento justo cuando más necesito que avance. Las maletas tardan en llegar, pero Oli se encarga de tomarlas todas y dirigirnos hacia la salida de taxis.
Le indico al conductor la dirección de mi casa e inmediatamente me pregunta si conozco al gran Hudson McMurray pues vive ahí. Me hago la desentendida y le comento que es mi vecino, lo que lo hace sonreír y guardar silencio por el resto del viaje.
En otras circunstancias estaría nerviosa de llegar con Oliver, sé que ni siquiera debería llegar con él por respeto a Brendan y lo que tuvimos pero en gran parte esto va a distraer tanto a mis padres que no van a pensar en que estoy ahí por el chico que se fue a los golpes con papá.
—Todo estará bien—murmura Oliver, acariciando mi mano. Le sonrío, apoyo la cabeza en su hombro y solo puedo pensar en que Brendan también debe estar de camino a casa. Ruego porque así sea, de otra forma no sé... —Llegamos, cariño.
Como es de esperar, no dejan que ingrese el taxi a la propiedad privada por lo que debo salir, verificar mis datos, ellos llaman a mis padres quienes dan el visto bueno y por fin se abren las rejas para permitirnos el paso.
—Cuánta seguridad—menciona el hombre a mi lado, asombrado.
Oliver tiene dinero, pero gracias a su trabajo pues viene de una familia bastante humilde y trabajadora. Los lujos de mi familia y los que yo puedo permitirme, siempre lo han impresionado.
El coche avanza y los recuerdos me golpean cuando se detiene frente a mi casa. Casi puedo sentir la mano de papá en mi mejilla, casi puedo ver a Brendan gritando en la acerca y yo...
Una punzada en mi pierna mala me obliga a poner la mano en la herida. Tengo cicatrices, me costó bastante llegar a donde estoy hoy, pero eso no quita que cada tanto tenga ciertos malestares, como ahora.
—¿Estás bien?—pregunta Oli con el ceño fruncido.
—Sí, no pasa nada. Vamos—bajo del coche y mientras él junto al taxista sacan nuestras cosas del maletero, yo camino hacia mis padres que me esperan en la puerta con los ojos enrojecidos. Han pasado demasiado años sin verlos, a papá ciertamente no le veo el rostro frente a frente desde que me despedí de él en el hospital pues cuando vine a casa jamás salió del despacho, y ahora mismo siento que las piernas me flaquean, siento incluso náuseas porque no sé cómo van a reaccionar. Antes de poder decir algo, me envuelve en un abrazo que dura demasiado tiempo.
Lloro como una niña pequeña pues los eché de menos pero fue mi orgullo y rabia lo que me prohibió regresar luego de unos años. Sé que aún quedan bastantes cosas por hablar con ellos, pero lucen tan felices de verme que no dejan de sonreír cuando nos separamos.