Hayden lo tiene todo. Dinero, poder, belleza, talento. Cuatro cualidades que ponen el mundo a temblar cuando de Hayden McMurray se trata.
Acostumbrada a una vida de lujos y riquezas, rodeada siempre de todo lo que ha querido, siendo la más consenti...
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El nerviosismo me recorre todo el cuerpo. Siento que las manos me sudan y tiemblan al mismo tiempo, no soy consciente de lo que mi familia habla, solo soy yo y mis pensamientos a este punto.
Llegó el día, el momento que esperé desde que me puse los patines por primera vez. Recuerdo haber probado el hielo y enloquecí. Practiqué día y noche para estar a la altura de los demás que llevaban años en el deporte y me convertí en una de las mejores demostrando que a veces la edad es solo un número.
Me convertí en una de las patinadoras más fuertes de California, demostré una y otra vez que estoy a la altura, que soy alguien de temer cuando del hielo se trata. Me gané el respeto y el renombre que tengo, y no me arrepiento de nada.
Y puedo demostrar que estoy mucho más allá de la patinadora que soy hoy. Debo demostrar que puedo dar más, que puedo ser mejor y que tengo el nivel para pertenecer a las ligas mayores así que sí, nada de presión.
—Lo harás bien, bebé—dice mi madre. Frota mi espalda tratando de darme consuelo para mi nerviosismo, sin embargo no funciona.
—Claro que lo hará bien, es mi hija—papá se acerca a darme un abrazo pero el que Lainer esté abrazado a mi cintura lo hace complicado. —Hijo, vamos, ¿Quieres regresar a casa?
Por un segundo me olvido de mí abrazando a mi hermano menor. Esta clase de sitio es demasiado para él, podría incluso tener un ataque por la música, los juegos de luces y la cantidad de personas, pero al menos está tratando de controlarse.
—Lainer, si quieres ir a casa está bien. No te preocupes por mí—digo, acariciando sus hombros. Trato de moverlo pero se apega aún más.
—No, te vas a sentir sola—me corta. Si bien todos tratamos de cuidarlo, cuando más terco se pone, es imposible hacer que cambie de opinión así que no insisto, dejo que se quede con la condición de usar sus tapones para oídos especiales que papá compró hace años para situaciones como éstas.
El maquillista termina y el peluquero de mamá hace de las suyas con mi cabello dejándome sin una hebra fuera de lugar. Siento la laca estirando cada parte de mi cabello, el rostro más cargado de lo normal pues no soy de usar mucho maquillaje pero al mirarme al espejo, aún sin el traje profesional puesto, me veo diferente.
—Te ves como un sueño—menciona papá observándome como una sonrisa. —Eres un angelito, mi niña.
Dejo que me abrace porque al parecer él lo necesita más que yo. Papá suele ponerse algo sentimental cuando nota que sus hijas dan un paso más hacia la independencia que tanto que le asusta.
—Creo que debemos ir a nuestro palco, cariño. Las primeras competencias están por comenzar y Hayden necesita terminar de vestirse—menciona mamá. A duras penas logra que mi padre me deje, pero se llevan a Lainer con ellos dejándome sola para terminar de vestirme. Me coloco mi traje y aunque no gane, ésto es lo mejor que me ha pasado pues los trajes del patinaje sobre hielo son un sueño, pero creo que el mío se lleva el primer puesto.