Hayden lo tiene todo. Dinero, poder, belleza, talento. Cuatro cualidades que ponen el mundo a temblar cuando de Hayden McMurray se trata.
Acostumbrada a una vida de lujos y riquezas, rodeada siempre de todo lo que ha querido, siendo la más consenti...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando menos lo noté, estoy a seis días de convertirme en la esposa de Oliver. Seis días, literal, a nada.
Después de la fiesta de compromiso es como si el tiempo se hubiese puesto de acuerdo para acelerar los días y hacerlos parecer como si apenas llevasen tres horas cada uno. No era tiempo suficiente y no tenía espacio suficiente como para pensar con claridad.
No termino de abrir los ojos, cuando siento manos sobre mi barriga y luego por mis senos. De repente el cuerpo se pega al mío y con su boca, comienza a besar mi torso y...
—¿Qué estás haciendo?—pregunto abriendo los ojos de golpe, encontrándome a Oliver completamente excitado, sin dejar de besar mi piel.
—Quiero practicar la creación de nuestro hijo—dice buscando mi boca.
Trato de alejar sus manos de forma amable pero pone resistencia hasta el punto que termino empujándolo con fuerzas.
—¡No quiero hijos!—grito con fuerzas, dejándolo anonadado. —¡No quiero embarazarme y eso no va a cambiar!
Estoy alterada, agitada y apenas llevo despierta dos minutos.
Salgo de la cama hecha una furia, camino hacia mi cuarto de baño pero soy interceptada por Oliver.
—¡Serás mi esposa y quiero hijos!—dice alterado. —No puedes negarme la posibilidad de tenerlos, cariño. Sé que cuando estés embarazada vas a cambiar de opinión, puede que ahora estés asustada y...
—No—le corto. —Estuve embarazada una vez, amé a esa bebé y no... no tendré más hijos. Lo siento.
Empujo su brazo para entrar al baño y poder encerrarme pues el nerviosismo que estoy controlando ahora mismo no es para nada normal, sin embargo su mano en mi brazo me detiene.
—¿No me darás un hijo porque casi lo tuviste con ese imbécil? Vaya, ni siquiera estamos casados y ya estás privándome de cosas—menciona herido, como si esto fuera a convencerme.
—No te daré hijos para que te sientas superior a Brendan, Oliver. Estás demasiado equivocado con eso—respondo encarándolo.
Está enfadado, me observa con odio y creí que continuaríamos peleando, sin embargo baja la mano y me permite entrar al baño. Cierro la puerta con pestillo porque no estoy lista para tener discusiones tan importantes a esta hora de la mañana y me dedico a hacer mi rutina matutina.
La cabeza parece estar a punto de estallarme, es increíble el palpitar de mi ojo derecho a causa del estrés y es que estoy lidiando con demasiado, todos los días. No tengo descanso y eso afecta cada día más mi mente pues me siento agotada todo el tiempo.
Cuando estoy en la tina trato de mantenerme serena y calmada, pero el saber que Oliver continúa en la habitación no me lo permite. Sé que sigue ahí porque no sentí la puerta de entrada cerrarse, así que luego de al menos una hora en el baño, salgo con mi cuerpo envuelto en una toalla.