03|| Culpables.

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Existen momento en la vida donde debes tomar la decisión de permanecer o huir

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Existen momento en la vida donde debes tomar la decisión de permanecer o huir. Decisiones que nos rompen o unen, que nos definen, que marcan el futuro.

Y yo tomé una decisión hace días. Decidí permanecer.

Siempre me puse como prioridad. Supe desde niña que nadie me cuidaría más que yo misma, y que no debía dejar que mi vida girara en torno a alguien, que el amor no siempre sana, que a veces lo mejor es no estar juntos y me puse primero. Siempre. Sin embargo ahora es el momento de poner a alguien más como prioridad.

Mi decisión fue quedarme. No por mí, no por mi familia, sino por él. Se lo debo.

Por algún motivo me escogió para permanecer a su lado. Sus padres no pueden entrar a la habitación como una regla impuesta por él, solo yo puedo quedarme así que me he mantenido aquí la última semana. Día y noche a su lado, sin decirnos ni una palabra, simplemente siendo testigo de sus crisis que obligan a los doctores a sedarlo la mayoría de las noches.

Le diagnosticaron Síndrome de Estrés Post Traumático. Recibe medicinas, terapia y algunas veces altas dosis de tranquilizantes por sus problemas para conciliar el sueño.

En siete días, debo haber dormido bien apenas unas diez horas.

Es demasiado demandante en cada cosa que hago, porque apenas y tengo dos minutos para utilizar el baño porque quiere que esté a su lado en todo momento. Literal.

Y no me quejo. De alguna forma él me necesita, mi presencia lo ayuda a tranquilizarse a pesar de haberme negado la posibilidad de pronunciar palabra alguna. Y en cierta forma también me ayuda a mí, porque no dependo de otro para conocer su estado.

Estamos en un círculo penoso para algunos, gratificante para otros y para mí no es más que un lugar gris. Sin definición, sin título, solo estamos aquí y ya.

Extrañamente está lloviendo en California esta noche. El sonido de las gotas cayendo me distrae tanto que debo levantarme para caminar hacia la ventana con la intensión de cerrarla, cuando su gruesa voz me hace saltar.

—No vayas a ningún lado—me pide. Tiene los ojos cerrados, como siempre al hablarme.

Quisiera tener la valentía para poder hablar, sin embargo me quedo en silencio. Cierro la ventana y regreso a mi asiento junto a su cama, tomando unos minutos para poder detallarlo bien.

Las marcas en su rostro se han tornado violáceas. El pómulo hinchado pasó a tener una simple marca, sin embargo sé que internamente tiene varios golpes, como algunas costillas rotas debido a que se encontraba bastante cerca de la explosión que mató a todos sus compañeros.

Lo que más me impresiona, es que parece del doble de su antiguo tamaño gracias al ejercicio. Tiene unas piernas por brazos comparado a su cuerpo anterior, ni siquiera...

—No me mires—dice autoritario.

Trago grueso recibiendo su mal trato porque según la psicóloga, en su situación no puedo ponerlo más agresivo. Debemos frenar toda posibilidad de explosión en su comportamiento, y eso significa que debo tragarme sus malos tratos quiera o no.

Entre Tus Brazos (AQS #4- libro I y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora