Hayden lo tiene todo. Dinero, poder, belleza, talento. Cuatro cualidades que ponen el mundo a temblar cuando de Hayden McMurray se trata.
Acostumbrada a una vida de lujos y riquezas, rodeada siempre de todo lo que ha querido, siendo la más consenti...
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Jamás pensé que llegaría el momento en que me sentiría de esta forma, tan solo aún estando rodeado de personas, tan roto aún teniendo cada parte de mi cuerpo.
Trago grueso tratando de pasar la horrible sensación que tengo en la garganta pero no disminuye. Las náuseas se han hecho presentes en cada momento desde que me dieron la noticia y se intensifican al verla dormida sin soltar mi mano.
Mantiene los ojos cerrados pero aún así soy capaz de diferenciar la inflamación de su rostro debido al llanto que la ha tomado las últimas horas. Y me entristece, porque no sé cómo ayudar.
¿Cómo puedo curarla si yo mismo estoy hecho pedazos?
Mi móvil suena una y otra vez, pero lo dejo de lado. El aparato de Hayden suena como loco, peor que el mío, sin embargo tampoco lo contesto.
Quiero mi momento, nuestro momento pues necesito ser capaz de sentir, de liberar cada sentimiento que tengo en mi cuerpo, reprimido, de otra forma sé que terminaré por explotar y todo será peor.
—El sedante que le dí hará efecto varias horas. Puede ir a casa o...
—Estoy bien aquí—respondo. Acaricio el cabello de mi chica, ignorando los siguientes temas sobre formularios hasta que se cansan y se van, dejándome solo.
Hayden luce tranquila, por lo que agradezco mentalmente porque le hayan dado el medicamento.
Cuando el procedimiento terminó no podía calmarla. Lloraba de forma tan descontrolada, no quería saber nada de nada, no quería oír a nadie. Me rogaba porque la llevara a casa, porque la dejaran llorar su pérdida en paz, que fue necesario ponerle un calmante.
Y creo que yo también necesito uno. A este punto, quisiera poder tener la menos unas cuántas horas de paz.
Me siento como en un sueño, literal. Mi mente está tan en blanco que a veces pienso que despertaré y será el día de la competencia. Joder, en estos momentos de verdad desearía tener una máquina del tiempo. Me haría muy feliz.
Sin embargo, asumo mi horrenda realidad tomando el móvil y reviso los mensajes que envió mi familia, todos preocupados por la caída de Hayden. Tengo llamadas perdidas de sus padres, los míos y de Candy.
Aunque no quisiera hacerlo, estas situaciones nos ponen al límite de la mentira. Respondo a mi madre, le envío la dirección y luego hago lo mismo con Hope. Si alguien es consciente en esa familia, es ella. Sabe cómo calmar las peores situaciones.
Se viene una horrible tormenta sobre nosotros, y a decir verdad no me importa, no creo que algo nos pueda romper más que el haber perdido un hijo.
Trato de no pensar en eso, en no pensar que las últimas veces que la hice mía ella tenía el fruto de nuestro deseo en su vientre, que no vimos ninguna clase de señal de que pudiera estar embarazada o que de hecho no me importó que lo estuviera, no me hubiera comportado como un idiota y decirle que no era mío porque sé perfectamente que soy el único dueño de su cuerpo. Cuanto más lo pienso, más me convenzo de que habríamos sido unos padres excelentes.