—Admito que... Probablemente me equivoqué. —trago saliva.— Probablemente herí a todos los que un día me amaron.
—¿Probablemente? Tu cinismo me tiene impresionado.
—Intento asimilar lo que me sucede, Alex. Intento que mi corazón y la razón entiendan que... —bajo la mirada.— Que voy a perderlo todo.
—Ya lo perdiste, no sé por qué te preocupas tanto.
—Porque te amo.
—¿Y pretendes que te crea?
—Pretendo que comprendas que es la verdad. —mi voz se quiebra.— No me había sentido completa desde que mamá se fue, pero entonces llegaste tu, y sin pedir permiso te metiste en mi corazón. Te amo, y me desespera amarte.
Aplaude, bajo la mirada angustiada.
—Wow, realmente te mereces un Óscar, eres la mejor actriz que he visto jamás.
—Alex...
—Alexander. —completa por mí.— Para ti soy Alexander.
—Alex, por favor.
—No te creo.
—¿Y qué se supone que tengo que hacer para que entiendas?
—Nada, ni te preocupes. —sonríe.— Tu vida a mí me da relativamente igual, y no intentes usar la excusa de tu madre yéndose con otro para justificar que te gusta abrir las piernas ante cualquiera.
La primera lágrima rueda por mi mejilla. La puerta del baño se abre y por esta sale ella envuelta en una bata de baño.
Regreso mi mirada a él, limpio mi mejilla e intento sonreír mientras me incorporo.
—¿Todo está bien, mi amor?
—Todo bien, princesa. —confirma él tomándola de la cintura.— Te amo.
Y si, para cerrar con broche de oro la besa. Suspiro tragando saliva.
—¡Corten!
Ruggero se aleja de Alessandra, incómoda miró a cualquier otro lado y me alejo de ellos caminando hacia Alondra que se da aire con la mano.
Me río viéndola.
—¿Por qué vas a llorar?
—Tienes que ver cómo se ven los primeros planos de tu carita toda preciosa sufriendo por él. —casi solloza.— No voy a cansarme de decir que tú y Valentina son grandes actrices.
—¡Hey!
—Tú también, Gabriela.
Lanzo una nueva carcajada, tomo mi botella de agua y asiento cuando Pamela me avisa que tengo que alistarme para la escena con Líonel y Agustín. Se viene algo demasiado fuerte y siento que en serio voy a llorar esta vez.
Estuve leyendo el libreto, fue increíblemente impactante he de admitir.
Camino unos cuantos pasitos más hasta la habitación de Lío y Agustín. Me lanzo a la cama del cordobés sin dejar de recordar lo que tengo por decir.
Ensayamos un poco, estamos muy al pendiente de todo en realidad. Y cuando finalmente se viene la escena, nos mantenemos tan serios como podemos.
—Sabes que es tan sencillo como aceptar que lo que sucede es gracias a ti y no por nadie más.
—Lucas, no quiero hablar.
—Apartaste a todos tus a amigos, y ya sé que nunca nos hemos llevado bien o querido como hermanos, pero no se siente bien verte llorar todos los días.
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Dear Lover
RomanceQuerido amante, si realmente necesitas mi corazón, es mejor que comiences a trabajar en ello.