Extra.

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—Explícame por qué acepté venir hasta aquí.

—Porque amas a tu hija. —me rio. Se cruza de brazos.— Y porque no estamos trabajando, Ruggero.

—¿Y por eso tengo que cuidar de veintinueve niños todos de la misma edad de mi hija?

Asiento, él se queja descruzando sus brazos para mirar a mi hija que sigue sentada jugando a la hora del té con sus amigas.

Hoy es el día del niño. Hace unos días tuvimos una reunión para saber quienes serían los padres voluntarios para cuidar a los niños en su visita a los lugares planificados.

Mágicamente, todos trabajaban, absolutamente todos. Y eso hizo que nosotros terminemos siendo obligados a participar.

Y no pudimos usar la excusa de también trabajamos porque la única madre que se ofreció como voluntaria dijo algo como;

Hey, yo los vi a ustedes en la revista. Se están tomando un descanso de sus carreras.

Y si, ahora la actriz y el cantante están cuidando a treinta niños sin recibir paga. Me siento estafada.

—¿No sabes jugar al té? —la vocecita preguntando hace que deje de prestarle atención a Ruggero. Mi hija niega.— ¿Tú mami no toma té con sus amigas todas las tardes?

—No, mi mami toma cola-cola y come hamburguesas cuando tiene tiempo libre.

—Mi mami dice que eso no es sano.

—Mi mami dice que las hamburguesas son la dieta más sana y equilibrada de la vida. —Ruggero me mira burlón, cruzo mis brazos.— Y mi papi se queja porque no quiere ir nunca al gimnasio.

Esta niña me va a dejar en evidencia.

Las niñas comienzan a decir que quisieran vivir conmigo cuando Eleonor dice que no la obligo a comer vegetales. Y que ni que queje porque el doctor dijo que es una niña muy sana.

Según ella no come vegetales. Y si se los come, pero le hago creer que son hamburguesas de nuevos estilos y sabores.

—¿En qué trabaja tu mami, Eleonor?

—Mi mami es actriz. Y tiene un Óscar en casa. —dice contenta.— Yo también voy a tener uno un día.

—Qué divertido, la mía solo se la pasa sentada tras la computadora. —la niña niega.— Y mi papá viaja todos los días.

—Mi papá también viaja. —cuenta Eleonor.— Pero ya no lo hará más por mucho tiempo.

—Mi mami dice que tu papá es muy guapo.

Me cruzo de brazos. Sería interesante conocer a la madre de esa niña. Escucho la risa de mi esposo.

—Y mi papi, que tu madre es preciosa.

Ay que lindo.

Ruggero se aclara la garganta y reconozco su mirada de celos. Me rio caminando hacia él.

—Vámonos y dejemos de escuchar las conversaciones de nuestra nena. No seamos padres entrometidos desde los tres años.

—Sería interesante conocer al padre de esa niña. —musita pasando su brazo por mis hombros. Nos alejamos un poco de las niñas.— Seríamos muy buenos amigos.

—Lo matarías. —corrijo y se ríe.— Igual creo que me interesaría conocer a la madre de la otra niña.

—¿Estás celosa?

—Mucho. —asiento pasando mis brazos por sus hombros.— ¿Y tú?

—Demasiado.

Me rio y él se inclina a dejar un beso en mis labios que disfruto hasta que Eleonor protesta desde la lejanía. Ruggero vuelve a quejarse apoyando su frente contra la mía.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora