—No puedo creer que a pesar de lo evidente, sigas viniendo aquí.
—¿Quieres que pretenda estar arrepentida por algo que disfruté? —muerdo mi labio inferior.— Víctor, aún tienes mucho que aprender.
—Y tú mucho que desmentir.
—No, me gusta que hablen.
—No voy a tener absolutamente nada contigo hasta que me jures que no amas a Alexander. O que no quieres ser algo de Nathe.
—Ay, me gusta cuando te pones exigente. —sonrío.— Me calienta.
—Lo supuse. Todo te calienta.
Se aleja, tiro de su corbata atrayéndolo más a mí. Por instinto abro las piernas y él ocupa un lugar entre estas.
Comienza a subir sus manos por mis muslos hasta que estas se pierden debajo de mi falda del uniforme. Trago saliva.
—Sabes que no voy a descansar hasta recuperar a Ivy.
—Y yo no voy a descansar hasta que Alexander me crea. —mi voz se entrecorta.— Lo amo a él.
—¿Tanto que ni siquiera puedes esperar?
—El amor y la pasión jamás se juntan.
Él se deshace de mí camiseta, comienza a besar mi cuello y jadeo llevando mi cabeza hacia atrás.
Muerdo mi labio inferior y mis dedos se enredan en su cabello.
—Tus amigas tienen razón, eres todo eso que dicen.
—No, se equivocan. Tú te equivocas. —sonrío tirando de su cabello para poder juntar sus labios a los míos.— Soy todo lo que ellas dicen multiplicado por dos.
—Alexander jamás va a amar a una mujer como tú.
—Eso lo decidirá él. —aseguro.— Mientras tanto tú, vas a darme lo que quiero.
Vuelve a besarme, enredo mis piernas en su cadera y jadeo disfrutando de su contacto. Sus manos recorren mi cuerpo, mis uñas instintivamente se clavan en sus hombros.
—¡Corten!
Michael se aleja, me aclaro la garganta mientras me bajo de la mesa. Me traen una bata y me la pongo mientras se acercan a retocar mi labial.
Alondra me felicita por mi trabajo, me río porque evidentemente dice sentir envidia al ver que yo puedo besar a tantos chicos guapos.
Y no lo niego, Asher, Michael y Ruggero son guapos. Mucho.
Pero me gusta más Ruggero.
Es decir...
Ya, me callo.
—Karol, viene tu escena con Valentina y Agustín. —avisa Sean.— Ve a cambiarte.
—Okay.
—Michael, te toca la escena con Ruggero.
Ambos nos perdemos fuera del salón de clase, camino hacia mi camerino o lo más similar a eso que tengo y comparto con Valentina y Gabriela.
Les sonrío al entrar, Gabriela me devuelve el gesto pero Valentina se mantiene seria. Me río.
—Eres una celosa.
—Me dan ganas de tomarte del cabello, arrastrarte por todo el pasillo y recordarte que Michael es mío. —suspira.— Pero luego recuerdo que estás en tu papel de Eleonor y se me pasa.
—¿Por qué eres tan celosa?
—No sé, y eso que Michael y yo estamos peor que Ruggero y tú.
ESTÁS LEYENDO
Dear Lover
RomanceQuerido amante, si realmente necesitas mi corazón, es mejor que comiences a trabajar en ello.