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Que alguien me explique por qué acepté hacer esto.

Se supone que ayer Pamela nos dijo después de las grabaciones que si queríamos inscribirnos a un maratón de nada más y nada menos diez kilómetros a modo de beneficencia para un hogar de niños abandonados.

Quise decir que no, juro que quise hacerlo. Pero todo el mundo dijo que sí y no podía ser la única maldita que no lo hacía.

Así que ahora estoy como niña berrinchuda cruzada de brazos mientras las lágrimas corren por mis mejillas y Ruggero se mantiene hincado frente a mí sosteniendo mi tobillo.

Avancé diez... Metros.

Es que no sirvo para estas cosas, no puedo correr tanto. Y ahora mi tobillo duele y seguramente no voy a poder volver a caminar nunca.

¿Tendrán que cortarme el pie? ¿Me voy a morir?

—Ten, finalmente encontré una bendita farmacia abierta. —musita Clara entregándole una funda a Ruggero.— ¿Qué tiene?

—Ganas de ser dramática.

—Cállate, me duele.

—Pero no tienes nada.

—Tú que sabes. —limpio mis lágrimas.— Me duele.

—Ya sé, pero va a pasar.

—¿Van a tener que cortarme el pie?

—No, mi amor. ¿Quieres calmarte?

Asiento, sorbiendo mi nariz, Clara se ríe.

¿No lo había mencionado? Ya olvidé mi enojo con el italiano hace solo unos dos días. Fue difícil, he de admitir.

Pero al final poco a poco pude dejarlo todo en el pasado.

Desde mi cumpleaños supe que quería estar con él pero me negaba a entenderlo. Y luego estuvo de Asher y el contrato.

Admito que desde que me enteré que Ruggero le había dado autorización a Asher para invitarme a salir estaba demasiado furiosa. Pero no porque intentara mandar sobre mi vida.

Sino porque odiaba que él ya haya logrado sacarme de su vida.

El punto es que dejé las cosas claras con Asher, le hice ver que yo no puedo verlo como algo más que un mejor amigo, un hermano. Y él por supuesto, lo entendió.

Todo parecía ir bien pero entonces Ruggero comenzó a tener inocentes actitudes que me enamoraron más y con los días fui cediendo cada día un poquito más.

Hasta hace dos días que llegó al set con un enorme peluche de unicornio, muchos chocolates y una nueva canción. Escrita para mí...

Y sí, ahora confirmo que estoy absolutamente loca por él. Demasiado loca.

Lo quiero demasiado.

En silencio observo como aplica una pomada en mi pie, lo venda y con sumo cuidado vuelve a ponerme la zapatilla. Sorbo mi nariz mientras él se pone de pie.

—Andando. —extiende su mano hacia mí. La tomo con duda.— Tranquila, amor. No pasa nada.

—Pasa todo, me duele el alma. —me quejo. Él se ríe tomándome entre sus brazos.— Así está mejor.

—Que dramática.

—Tú cállate, Clara.

Mi amiga se ríe, apoyo mi cabeza en el hombro de Ruggero y cierro los ojos.

Poco después alcanzamos el resto que descansa de su gran maratón. Es obvio que todos lo terminaron.

Y Ruggero lo hubiese hecho si yo no le exigía a Clara que lo llame para que me cargue y me lleve al auto porque de ninguna manera voy a caminar.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora