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—Karol. —completa él. Me aclaro la garganta.

—Tienes el vestido que yo le iba a comprar a Angie, no es justo.

—El mostrador decía que estaba en venta. Y yo aproveché promociones.

Sonríe, sonrío también es instintivamente camino hacia él. Una vez estamos frente a frente, extiendo mi mano hacia él.

Me sonríe.

—¿Cómo estás, Karol?

—Mucho mejor que antes, Ruggero. ¿Y tú?

—He estado mejor. —estrecha mi mano.— Ha sido un placer verte.

Comienza a alejarse, reacciono sacudiendo la cabeza. Y sin pensarlo, volteo para mirarlo.

Mis labios instintivamente pronuncian su nombre. Es una maldita adicción.

Él voltea, me mira y sin apartar la mirada de sus ojos musito;

—Lo mismo digo.

Me sonríe por última vez, termina por marcharse y yo niego mirando a mi amiga que luce igual de sorprendida que yo.

Trago saliva.

—¿Qué fue eso?

—No sé, simplemente acabamos de vernos y evidentemente ignoramos todo.

—Espera, sigo sin poder creer que se vieron y hablaron tan normal. —sacue de la cabeza.— Valentina tiene que saber esto.

—No, no vamos a decirle nada a nadie. —interrumpo.— Yo solo... Dios, necesito un poco de agua.

La chica que evidentemente acaba de venderle el vestido a Ruggero me entrega la botella casi al instante. Confundida la miro y ella sonríe.

—Soy su fan.

—Ah. —me aclaro la garganta y tomo un sorbo de agua.— Gracias por no hablar de esto con nadie.

—¿Entonces no se habían hablado antes?

—No.

—¿Desde que terminaron?

—Si.

—¿En serio estuvieron tanto tiempo sin hablarse? ¿No se extrañan? Es evidente que sí, sus miradas dilatadas lo comprueban. Y lo nervioso que se puso Ruggero. Dios mío, su nerviosismo me tiene anonadada.

Yo solo la miro esperando que pueda cerrar la boca. Y ella al parecer lo entiende porque se disculpa y me da opciones de regalo.

Pero yo solo niego y salgo de ahí.

Necesito algo más para Angie.

Mientras caminamos hacia la joyería, escucho la risita de Clara que me hace mirarla. Ella solo niega divertida.

—Lo siento pero ella tiene razón.

—Obvio no. —susurro apartando la mirada.

—Soy tu mejor amiga, Karol. Comías de mi refrigerio, íbamos al baño juntas en la escuelita. Golpeé al idiota que te robó tu primer beso. Conozco todo de ti.

—¿Y?

—¿Cómo que y? —se ríe.— Te conozco, eso pasa. Así que detente y mírame a los ojos.

Hago lo que me pide, no deja de sonreír y eso me pone evidentemente nerviosa.

Tomo un nuevo sorbo de agua.

—Ruggero.

—¿Dónde? —volteo a mirar a todos lados.

—No puede ser. —lleva sus manos a su boca ocultando una carcajada.— Tus ojos en serio se dilatan cuando escuchas hablar de él.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora