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No sé exactamente cuándo comencé a reírme y a hablar con la persona con la que causal y estúpidamente me quedé encerrada. Pero es muy agradable y me cae más que bien.

Veamos, Ruggero es mi co-protagonista, tiene veinticuatro años y es italiano. Ah, y acaba de tomarse un descanso en la música mientras actúa.

¿Cómo se quedó encerrado? No sé, pero ahora mismo estamos jugando con las cartas que siempre llevo en mi bolso.

—Y gané. —concluyo mirando mi teléfono.— ¿Es que no va a buscarme?

—Ya son dos horas encerrado aquí. —se queja Ruggero.— Necesito salir de aquí ahora.

—Es la novena vez que escucho eso en dos horas.

—Gracias, creí que era la décima.

Confundida me río, me ha quedado más que claro que si se queda encerrado va a causar un caos con su mal humor.

Lo cual es raro porque al menos conmigo ha sido amable.

Me pongo de pie, camino por toda la bodega y busco la manera de abrir y que me dejen salir de este martirio. Pero esta puerta no tiene cómo abrirse desde adentro y la señal es nula.

Ojalá alguien se diera cuenta de eso.

—Si no está aquí voy a matar a esa niña. —escucho la voz de mi madre y tomo mi bolso antes de caminar hacia la puerta.— Y si, aquí estás.

—Me quedé encerrada por tu culpa. —acuso.— Necesito comer, tengo hambre.

—Ruggero. —Sean de adentra a a bodega.— Estás aquí y yo ya mandé a que te buscaran en el hotel.

—Vine aquí porque escuché ruido, entré y cuando intenté salir vi que no había manera. —explica.— Y sucedió exactamente lo mismo una persona después.

—Pero fue divertido. —agrego.

—Supongo que sí. —sonríe.— ¿Ocurrió algo interesante en mi ausencia?

—El elenco se conoció, pero creo que a la más importante la conociste solo.

Sean me señala, sonrío.

Él asiente sonriendo igual, y cuando mamá me pide que vaya a buscar a Clara que debe estar buscándome, lo hago de inmediato.

Camino de nuevo por los pasillos, la encuentro sentada en el piso con su chaqueta amarrada a su cintura y su cabello recogido. Si, yo también noté que hace algo de calor.

—Disculpa, amiga. ¿Has visto a una Clara que me anda buscando?

—Que hija de... —se pone de pie y me río.— ¿Dónde estabas, mujer?

—Me quedé encerrada en una bodega. —explico.— Y mamá dijo que te buscara para que dejes de buscarme.

—Ni siquiera te buscaba. —explica desinteresada.— Para pendeja tú, ¿ya nos vamos?

—Supongo que ya.

Ella asiente, volvemos con mi madre que casualmente habla con mis nuevos compañeros de elenco. Y cuando me ve llegar, se calla.

Si, voy a fingir que no escucho nada.

—Estando ya todos sanos y salvos, podemos irnos. —avisa Sean.— Todos tienen las direcciones exactas, se recomienda total discreción.

Todo el mundo asiente, entrelazo o brazo con el de mi amiga y comenzamos a caminar hacia la salida.

Mamá nos sigue, y mientras nosotros nos reímos, ella me reprende por parecer una niña.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora