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Dieciocho años. ¿Qué significa estar cumpliendo dieciocho maravillosos años?

Considerando que tu madre es soltera, actriz y demasiado dramática, esto representa un gran peligro.

Sobre todo si eres su única hija. Como es mi caso, desafortunadamente en casos como estos.

Vayamos por el principio..., soy Karol Sevilla y esta es mi historia..., o algo así.

Mi madre es Kiara Sevilla, una reconocida actriz Hollywoodense que hace solo unas horas ganó un Óscar a la mejor actriz. Algo que la tiene más feliz de lo normal.

Eso y que su princesa cumple dieciocho años y que acaba de conseguir su primer protagónico en una serie juvenil.

Y si, esa princesa soy yo.

—Sé que estás despierta, mi amor...

—Y yo sé que quieres irte, mami.... —alargo cubriéndome con las mantas.— Si no me siento como de dieciocho, no tengo dieciocho.

—Karol...

—Odio mi vida, madre. —lloriqueo.— ¿Quién tiene que conocer a sus compañeros de elenco en su cumpleaños?

—Tú. —se ríe.

Hago un mohín, ella se ríe y me incorporo dibujando una sonrisa en mi rostro.

Sé que preparó el pastel con sus propias manos y eso solo me hace amarla como la amo.

—Hace quince años llegaste a mi vida, mi amor. —susurra encendiendo las velas.— Y fue el momento más feliz de mi vida porque tú y solamente tú pudiste darme la motivación que necesitaba.

—Mami hermosa. —sonrío.— Gracias de verdad. Por adoptarme, por quererme, por todo.

—Mi niña. —besa mi frente.— Anda, sopla tus velas.

Suspiro, cierro los ojos y pido mi deseo en completo silencio.

Apenas soplo las velas escucho su risita y levanto la mirada solo para comprobar que ahora mismo está grabando una historia para sus redes sociales.

Me quejo porque literalmente acabo de despertar y no me veo nada bien.

Aún así solo poso para la cámara y me rio alejando el pastel de mi regazo. Y mientras mamá sube sus historias, yo reviso mi teléfono.

Tengo varios mensajes de felicitaciones de muchas personas que he conocido a lo largo de mis quince años junto a mi madre.

Y es que si, ella me había adoptado cuando tenía tres años gracias a que mi familia murió en un incendio. Aún duele no poder recordar a nadie.

El hecho es que, sé perfectamente que mis orígenes son mexicanos y que mis verdaderos apellidos son Piña Cisneros.

Mamá me ha ayudado a recordar todo eso y tenerlo siempre presente en mi vida.

Durante toda mi vida he estudiado en escuelas de habla hispana, y hasta mi niñera era mexicana. Vamos de vacaciones a mi país de origen por lo menos una vez cada tres años.

Y es porque una vez le pedí que investigara si por lo menos alguien de mi familia había quedado vivo. No sé si eso sea posible, pero mamá promete que cada vez que vamos a México los busca o habla con personas que conocieron a mi familia.

—¿Estás lista para este proyecto?

—Sí y no. —sonrío.— Por fin me dejaste actuar, mujer.

—Por fin terminaste tus estudios y prometiste que estudiarías al menos una licenciatura en línea para la universidad. —me recuerda obteniendo una risita de mi parte.— ¿Ya pensaste qué estudiar?

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora