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Seamos sinceros, es el momento de....

Sucede que él no puede ni pudo darme lo que pedí. Y no es porque yo exija mucho, al contrario.

Siempre espero cosas mínimas, y él termina haciéndome mierda con acciones máximas que me duelen en lo más profundo del corazón.

Hace días me enteré que es cierto. Y vaya, aún duele. Siempre va a doler.

Ruggero si estaba saliendo con Rose, y ese viaje a Las Vegas no era por grabaciones, era porque juntos iban a escapar y tener la mejor semana de sus vidas.

¿Cómo lo supe?

Bueno, es sencillo....

Ruggero vino a disculparse conmigo por la estupidez del restaurante. Le pedí que dejara de mentirme, que fuese sincero conmigo.

Y entonces revisé su teléfono. Una muy mala decisión

¿Qué encontré?

Bueno, es sencillo.

Encontré mensajes largos de palabras bonitas que él le escribía a ella. Le prometía que me dejaría para que por fin puedan estar juntos.

No voy a intentar explicar cómo me sentí, no valdría la pena pues mi aspecto es obvio. Y la semana que pasé encerrada en mi habitación con las mínimas ganas de por lo menos comer, lo atestiguan.

Me sentí tan idiota por haber acomodado mi vida para poder estar con él. Aún me siento estúpida por darlo todo por quien no debía.

Y, vaya. Ahora no puedo estar más destruida tanto físicamente como mentalmente.

De verdad me enamoré, y todo lo que pasó rompió mi corazón.

Se suponía que estaría lista para irme cuando comenzara a actuar como un tonto. Pero no puedo. No quise.

Fue en vano, y le creí.

Jugó conmigo, maldita sea. Siempre supe que lo haría y aún así decidí quedarme.

Básicamente, fui su muñeca. Controlaba mis sentimientos, y por ende, mis acciones.

¿Por qué pensé que mudarme a Miami era una buena idea?

Claro que no lo es.

Ahora tengo que terminar mi año universitario aquí, graduarme y finalmente volver a mi hogar. De donde nunca debí haber salido.

¿Y saben qué es lo que más me duele?

Las Vegas... Ese lugar era...

Bien, estoy llorando de nuevo.

—Karol, tu mamá ya está lista. Vamos a... ¿Otra vez?

Me incorporo alejándome del barandal del balcón. Clara se acerca estrechándome en sus brazos.

Suspiro entrecortadamente. Se siente horrible.

—No puedes ponerte así en un día como hoy. —susurra. Sollozo.— Ese idiota te perdió, ya no hay nada que hacer ni nada en qué pensar.

—Me duele, Clara.

—Pero no fue tu culpa. Por favor, cálmate.

—Tal vez si fue mi culpa, mírame y dime qué hice mal.

—Voy a golpearte si sigues diciendo eso. —amenaza y me incorporo.— Ruggero es un hijo de puta. Punto.

—Ellos están en Las Vegas ahora.

—¿Sigues revisando su perfil?

Inevitablemente asiento, ella suspira tomando mi teléfono. Me quedo en silencio viendo como desinstala todas mis redes sociales.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora