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—¿Sabes? Estoy demasiado cansado, y tus reproches a esta hora no ayudan. Hablamos cuando se te pase.

—¿Es todo lo que dirás, Ruggero?

—¿Y qué voy a decir entonces? Pareces una niña insegura. Y si sigues así, sinceramente voy a terminar pensando que estábamos mejor a la distancia. —toma su abrigo.— Nos vemos después.

Sale de la casa, cierro los ojos y hago el conteo mental hasta diez para no gritar o romper algo como la última vez.

Si, como la última vez que discutimos y fue exactamente hace dos días. Pero es que no puedo más.

¡Estoy harta de fingir que todo está bien cuando evidentemente no lo está!

—¿Todo bien señorita?

—Nicole. —suspiro masajeando mi sien.— Si, todo bien. ¿Y Clara?

—En su habitación, señorita. Aún se siente un poco mal y dijo que no va a ir a la universidad.

—Bien, cuando se despierte le avisas que ya me fui. Aunque bueno, es evidente.

Tomo mi mochila, mi chaqueta y salgo de la casa caminando hacia al auto. Subo todas mis cosas y de mal gana comienzo a conducir.

Realmente esta etapa de Ruggero en su carrera está trayendo muchos problemas para nuestra relación. En caso de que exista, claro.

Y no estoy hablando de su carrera como solista. Estoy hablando de la serie que está grabando.

Evidentemente Valentina está furiosa con los dos, hasta dejó de seguirlos y se me hizo un tanto inmaduro e innecesario.

Pero todo lo que ha estado pasando las últimas semanas me están llevando a un límite.

Estoy harta de los constantes comentarios en mi contra. Y ya sé que es parte de ser la pareja del protagonista.

Pero lo único que yo espero de Ruggero es un poco de empatía, no que me haga sentir peor de lo que ya me siento.

Es que... ¡Ah!

No puedo más.

Cuando estoy en la universidad me decido a dejar esos pensamientos atrás y disfrutar de mi día. Al menos estoy haciendo lo que me gusta.

Y ni Ruggero ni nadie me va a quitar esa satisfacción.

Apago mi teléfono, lo guardo en mi mochila y me adentro a la universidad.

Conforme el día transcurre yo voy olvidando el amargo momento que pasé. Y las cosas parecen acomodarse en su lugar.

Afortunadamente.

Cuando salgo de la universidad a las tres de la tarde decido encender mi teléfono, tengo algunos mensajes de mamá preguntándome por mi opinión en algunas cosas de la boda. Yo solo respondo con monosílabos y escojo lo primero que vea.

No estoy furiosa pero... Es mejor así.

Ni siquiera eso me pone feliz. Me siento asfixiada dentro de mi propio mundo.

Reviso el chat de Ruggero. Ni un mensaje, ni una llamada.

¿Qué por qué discutimos hoy?

Le pregunté si era necesario que vaya a ese viaje con Rose, él dijo que sí. Y cuando le recordé que ni siquiera tenía que ver con la serie, me dijo que le estaba pasándome de celosa.

Me defendí, él me dijo niña insegura. Y ahora estamos aquí...

Si, odio esto y estoy harta de decir que no.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora