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Fue una gran noche, una celebración completamente diferente pero no podía quejarme. Fue genial.

Hicimos cosas interesantes como cenar, jugar, esconder tesoros en la casa y demás cosas. Ahora mismo todos duermen en distintas habitaciones esperando a que la anfitriona, es decir Valentina, se despierte.

Son las siete de la mañana de un domingo, dan ganas de no hacer absolutamente nada. Pero yo estoy aquí, sentada en la sala hablando con mi mejor amiga.

—Te juro que voy a darte tu regalo cuando vuelva. —promete.— Ojalá hubieses podido venir, todo es hermoso.

—Realmente las extraño. —hago un mohín.— A ti y a mamá.

—Tú y yo nos veremos en cualquier momento y estoy segura de que algún día vas a ver a Kiara, amiga.

—Ya sé, pero eso no quita que las extrañe. —me quedo en silencio.— Adivina quién me escribió ayer.

—¿Quién?

—El chico del bar. Y me invitó a salir. Aún no confirmamos la fecha.

—Oye, eso es increíble. —se ríe.— ¿Irás?

—Obvio, ya me hace falta un novio.

—Ay, babosa.

Me río, ella niega divertida mientras me da consejos de qué ponerme, a dónde ir, qué hacer y qué no hacer en la primera cita. Yo asiento ante todo.

Claro que he tenido citas, pero jamás novio.

Cuando cuelgo son las ocho y media, veo a Agustín bajar y le sonrío poniéndome de pie.

—¿Ya desayunaremos?

—Me encantaría decir que sí pero no sé qué estén acostumbrados a desayunar ustedes, yo por lo general como fruta picada, cereales o cualquier cosa que no me involucre a mí frente a la estufa.

—Ese es un buen comienzo. —sonríe.— Ve despertando al resto y nos ponemos de acuerdo.

Asiento, voy de habitación en habitación y los despierto a todos ordenándoles que bajen a desayunar.

Y cuando llego a la última habitación, me río viendo a Ruggero y Mike con el espacio de Agustín aún intacto sobre la cama.

Toco la puerta esperando que alguno se inmute pero al ver que no funcione me acerco lanzándoles almohadas.

—Es hora de desayunar. —me justifico cuando despiertan.— ¿Durmieron los tres juntos? Ese debe ser verdadero amor de amigos.

Escucho la risa de Michael, divertida niego y salgo de la habitación yendo directo a la cocina.

Al parecer soy la única que se tomó la molestia de desmaquillarse antes de ir a dormir y que en la mañana se peinó.

—Están tomando turnos para prepararse el desayuno. —avisa Angie.— ¿Es eso justo? ¿Hay alguien que tenga ganas de comer lo que yo?

—¿Qué vas a comer? —pregunta Mike entrando a la habitación.

—Pancakes.

—Pues yo quiero huevitos revueltos. ¿Alguien más?

—Yo. —dice Valentina.— Y jugo de naranja.

—Yo quiero un desayuno nutritivo y nada simple. —aviso.— Así que alguien alcanceme el cereal del osito.

—Eso no es un desayuno.

—Pero es todo lo que puedo preparar.

Mike me pasa el cereal, busco la leche y finalmente me preparo mi nutritivo desayuno.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora