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Sus labios abandonan los míos, jadeo cuando comienza a besar mi cuello e instintivamente muerdo mi labio inferior mientras mis dedos se enredan en su cabello.

Bien, dijimos que me iríamos a cenar, este jamás fue el plan. Bueno, lo fue en un principio pero ahora.., ahora solo....

Se suponía que él llego a la habitación a ver si estaba lista y yo apenas estaba saliendo de la ducha así que mi primera reacción fue maldecirlo mientras buscaba la toalla, pero supongo que una cosa nos llevó a la otra y ahora mismo estoy en medio de la cama con todo mi cuerpo reaccionando más que bien a su exquisito contacto.

Sus labios en mi cuello hacen que una agradable electricidad recorra mi cuerpo y termine instalándose en un punto específico.

Sus besos comienzan a bajar, gimo consciente de lo que estoy haciendo y de lo mucho que me gusta. Mis piernas se abren ligeramente cuando su mano baja de mi vientre un poco más abajo. Mi espalda se arquea instintivamente cuando siento sus dedos en mi punto más íntimo y sensible.

Mis manos se aferran a las sábanas mientras él continúa haciendo lo suyo. Era absolutamente increíble, no había sentido jamás una sensación igual, y ahora mismo estaba demasiado extasiada con las sensaciones.

No importa cómo llegamos aquí, se siente bien y es lo único que importa.

Quizá el plan era esperar un poco más, no hacerlo la primera noche en San Diego, pero a veces los planes cambian, supongo.

Pero entonces los toques en la puerta hacen que se detenga, suspiro apoyando mi espalda en el colchón. Quiero pedirle que no se detenga, y al parecer él tampoco tiene intenciones de hacerlo, peor entonces vuelven a tocar la puerta.

Aprieto los labios, Ruggero se pone de pie y yo aprovecho la ocasión para sentarme en la cama y suspirar mientras relamo mis labios.

Busco mi bata de baño que en algún momento desapareció de mi cuerpo, él aclara su garganta y suspira abriendo la puerta. Una abuela nos sonríe desde su lugar.

-¿Necesita algo? -pregunta el italiano. Ella amplía su sonrisa.

-¿Este es el baño?

-¿El baño? -pregunto confundida.

-¡Abuela! Te dije que caminaras recto hasta el final del pasillo. -dice una masculina voz.- Esta no es tu habitación.

-Pero yo quiero ir al baño.

-De todos modos aquí no es. -vemos a un chico tomar su mano con delicadeza. Nos mira.- Lo lamento.

Evito reírme mientras asiento, ellos se alejan e incluso cuando Ruggero cierra la puerta puedo escuchar al chico quejarse de lo que hace su abuela. Me río sin poder creer lo que acaba de pasar.

Una abuela que no reconoce dónde está su habitación y sobre todo su baño acaba de salvarme de perder la virginidad. Eso sí que merece un gran agradecimiento de mi parte.

Escucho la risita de Ruggero, refuerzo el nudo de mi bata sin atreverme a mirarlo.

-Alístate para ir a cenar. -dice al final.- Vengo por ti en media hora.

Yo solo asiento, me aclaro la garganta. Me doy aire con la mano.

Creo... creo que el calor en mi vientre no va a desaparecer así por así.

-¿Y si no vamos a cenar? -termino proponiendo.- Quiero..., espera, es vergonzoso.

-¿El qué?

Me río, muerdo mi uña incapaz de completar la frase que hace solo segundos estuve a punto de decir. Es que no es nada fácil.

Dear Lover Donde viven las historias. Descúbrelo ahora