Capítulo 19

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—Te voy a decir algo —pausé —. Es en serio, yo creo que lo mejor es vernos lo menos posible, tú no entiendes mi dolor, no te imaginas el dolor que siento aveces porque somos sólo amigos, sin querer me hieres.

—Yo... —alzó su mirada al techo apoyando su cabeza al borde del mueble —. De verdad lo siento pero creo que... A pesar  de eso no quiero que te alejes de mí, si quieres podemos hacer lo que hacíamos en Suiza, siendo precavido pero sabes que no podemos ser más de eso.

—Yo te amo Jeremy y tú no entiendes eso —dije con lágrimas en los ojos. Él se inclinó a limpiar mis lágrimas, tomó una servilleta que había en la mesa y me secó las lágrimas con cuidado.

—No, llores por favor —murmuró apoyando mi cabeza sobre mi pecho.

Ambos guardamos silencio, cuando concluí de llorar. Me levanté de su pecho y partí.

Días después...

Las clases en la universidad ya habían empezado, estacioné mi auto en el parqueo subterráneo, saqué mis llaves, tomé mi mochila, salí del auto y caminé hacia la universidad. Estaba feliz ese día, talvez producto de la noche que tuvimos Alexis y yo.

Por casualidad ví a Claudia de lejos, está al verme corrió hacia mí.

—Claudia por Dios. ¿Por qué corres? Dirán la gente que estás loca —demandé.

—¡¿Juliet por qué no me contestaste los mensajes por facebook?! —coloqué mi mano derecha sobre mi frente.

—Lo siento, no he vuelto abrir el facebook —le respondí. Dio un leve golpe con una toalla pequeña sobre mi hombro.

—Mala amiga yo necesitaba esa información —comentó —. Pero olvídalo.

—Ajá.

—Si vieras los nuevos profesores que nos impartirán clase —anunció colocando su mano en su corazón. Suspiró.

Alcé una ceja con una leve sonrisa.

—Claudia, Claudia —pasé mi mano derecha sobre su hombro derecho —. ¿Más o menos qué edad tienen?

—Son de 25 a 30 años —respondió suspirando.

Me quedé estupefacta.

—Wow —pronuncié.

—Ellos son unos bombones, guapos, altos y musculosos —mencionó Claudia.

Agarré a Claudia por la mano para que caminara, llegamos juntas al aula, habían algunos alumnos, desconocía a unos porque era nuevos, invité a Claudia a sentarse a mi lado, ella aceptó idiotisada.

Se les caía las baba por los nuevos profesores así que; me tomé el atrevimiento de bromear un poco con ella, Claudia era una chica alegre y muy open mind.

—Vas a necesitar pañales a partir de hoy —me apoyé en la silla, estirando mis manos hacía atrás.

—Y tú también, verás tu futuro en peligro por esos... —pausó.

Al ver que ella había guardado silencio mientras miraba fijamente y los ojos de ella lucían como la luna llena, giré mi cabeza a ver que sucedía. Entró un hombre muy guapo, elegante, alto con un maletín.

—Oh, quién será —susurré.

—¡Es uno de los profesores! —exclamó Claudia.

—Wow sí que es guapo, parece un actor de telenovelas —comenté encantada.

—Creo que me desmayaré —pronunció Claudia.

—Por Dios Claudia deja tu ridiculez —le reproché —. El tipo es guapo pero no es para que te pongas así, aquí en Madrid hay muchos «Leonardo Di Caprio» como este.

—Aguas fiestas eso eres —se paró y salió del aula, supuse que iba al baño.

Observé como las demás chicas se embelezaban por el profesor, yo tampoco no pude negar verlo con pasión. Claudia y yo seleccionamos las mismas secciones y en cada sección había un profesor más guapo que el otro.

Susan no había seleccionado ninguna clase ese semestre, al final de las clases Claudia se marchó y yo fui al centro de comida rápida donde solía ir siempre. Ordené unos tacos con guacamole y refrescos. Cuando ya iba por el segundo taco percibí que alguien se sentó a mi lado, giré mi cara para ver quién era, justamente me topé con la cara de Jeremy, pegó su boca a la mía dándome un eterno beso. En ese momento dejé de percibir el sabor del tacto, no escuchaba el sonido de las personas al hablar y sólo sentía un torbellino en mi barriga mientras me desvanecía por el amor que sentía por él.

—Buenas tardes Juliet.

No pronuncié nada, continué masticando.

—¿Haz tomado clases hoy? —pregunté.

Asintió.

—Por supuesto que sí, tú sabes que después de clases suelo comer y vine aquí, de casualidad te encontré —respondió.

—Bien.

—Invítame.

—Ve a ordenar a la caja.

—Pero tienes lo suficiente como para brindarme.

—Ordena Jeremy y cállate.

Dejó su mochila procediendo a ir a la caja, terminé de comerme los tacos, mientras él esperaba su orden. Destapé la coca cola que tenía a mi derecha y me la bebí al poco rato vino él como con 10 tacos, guacamole y una coca cola. Se sentó a mi lado y me envió una sonrisa.

—Dragón, espero que te de una indigestión —mencioné mientras él comía.

Después de eso salimos a caminar un poco él me había dicho que obtuvo un empleo y empezaba a trabajar dentro de una semana.

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