Capítulo 36

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Minerva, Susan y yo habíamos compartido durante un rato bien largo, estuvimos conversando sobre nuestras vidas hasta el momento. En la noche Susan me había dejado frente a mi apartamento, y me desplacé un poco mareada porque estuvimos tomando vino.

Cuando entré a mi apartamento, me quité los calzados dejándolos en la sala, y me dirigí hacia la cocina. Allí se encontraba Jeremy cenando, al verme giró su cabeza hacia mí y volvió a colocarla como estaba anteriormente. Caminé despacio hacía el comedor y me senté a su derecha.

-En la cacerola te dejé pastas por si te apetece.

Sonreí.

-Gracias, ¿no quieres más?

-No, ya llevo dos platos con este. Para mí es más que suficiente -me respondió con pasta en la boca.

-¿Te imaginas que volvamos a estar todos juntos como en nuestra infancia? -le pregunté.

Me miró extrañado.

-¿A qué te refieres, loca?

-A qué... Pues... Que... Mejor olvida esa pregunta y llegaré al punto sin intermediarios -cambié de tema-. Nuestra amiga Minerva a vuelto a la vida.

-¿Qué? ¿La loca esa? -cuestionó extrañado-. ¿Me estarás tomando el pelo?

-No. ¿Por qué no me crees?

Rodó los ojos. Suspiró pesadamente.

-Es que ella estaba muy sumergida en las drogas y eso tú lo sabes. Lo cual la hizo cometer muchas estupideces.

-Sí, lo sé. Pero ya se curó, es otra persona.

-Eso espero, y no me interesa verla -dijo tajante.

Me quedé sorprendida y abrí la boca.

-Qué ridícula te ves -añadió.

-¡Déjame expresarme idiota!

-Y tú ridícula. Me imagino que están planeando con quien follar.

-Aún no, Jeremy. Pero termina de comer. Pensé en algo, no voy a engañarme a mí misma y a los demás.

-Me alegro por ti, espero que sea verdad. Y por último que no vayas a votarme de mi apartamento.

Alcé una ceja.

-¡¿Cómo que tu apartamento?! Es mío -exclamé.

No me hizo caso y prosiguió a comerse la pasta. Me moví y en un plato eché el resto de la pasta que estaba en la cacerola y me la comí toda.

Horas más tarde nos vimos en la sala tomando vino y escuchando música. Entre veces diciendo cosas. Algunas recuerdos llegaban a nuestras mentes. Éramos mí y buenos amigos.

-Y... -pausó Jeremy, colocó la copa de vino encima de una mesa pequeña-. ¿Y en qué has quedado con Sebastian?

-Igual, él es de los que son lentos -le respondí-. Además he pensado que tienes razón, yo voy a embaucarme en una relación que después la otra parte vaya a salir herida. Le diré la verdad de mí y lo que pienso.

-Bien por ti. Eso tambien te lo había dicho anteriormente cuando estabas con Alexis. Y míralo ahora detrás de ti. ¿Serás capaz de decirle la verdad a él también?

-Sí, ¿por qué no? No lo quiero y punto. Aunque aveces sentía que él sí podría enamorarme.

-Pero las calenturas vaginales tuyas no te han dejo fluir bien del coco.

-Jeremy eres un amargado.

-Y tú tambien, Juliet. ¿Acaso se te olvida que yo sé algo de ti?

-Yo no lo estoy. A diferencia de ti, que... Mejor no digo nada.

Me miró fulminantemente.

-Habla -masculló.

Me eché a reír.

-No vamos a discutir, Jeremy. Vamos a disfrutar el sabroso vino que hemos estado saboreando.

-A fin de semestre nos vamos para Suiza -sentenció.

-Ok, no hay problema. ¿Acaso dejaste algo pendiente? ¿O alguna chica que no probaste?

-Nada de eso. Quiero estar allá y no quiero ver que las locas amigas nuestras se unan al viaje.

Reí.

-Pero Jeremy... ¿Qué es lo que te pasa? Últimamente le has tomado odio a las mujeres amigas nuestras.

-Es que son insoportables -suspiró frustrado-. Me tienen harto.

-¿Algo que no sepa? -cuestionó curiosa-. Pero por qué no he sabido nada... Jeremy... ¿Estás en algo indebido?

-No me hagas caso. Dime le dirás a Alexis que le pegaste muchos cuernos -cambió de tema.

-¡Pero qué cruel eres!

-No soy cruel -sonrió-. Soy meramente justo. Vine a esta vida a darte equidad, porque de verdad te falta mucho balance en tu vida.

Realmente no entendía a Jeremy, se encontraba en su más odiosa y pesada expresión. No quería saber mucho de nuestras amigas. Pero algo tuvo que suceder para él reaccionara de esa manera tan distante.

-¿Y qué te hace pensar que eres totalmente indispensable para mí? -dicho esto alcé una ceja-. Pero en serio -me torné a ser sería-. ¿Cuáles son tus metas, Jeremy?

-Mis metas son las mismas que las tuyas, Juliet -se inclinó hacia adelante-. Creo que esa pregunta está de más.

Aveces sentía que Jeremy me copiaba mis ideas, siempre quería hacer lo que yo hacía, aunque aveces... No era así, yo trataba de llevar las cosas en calma con él, ya que conocía su pasado y me sentía muy identificada con él.

-Tienes que ser más alegre y amistoso con los demás -le recordé-. Últimamente te has vuelto muy odioso y distante. Siento que te quieres encerrar.

-Tú muy bien conoces mis problemas -recalcó desafiante-. Así que está demás tus comentarios. Pero lo tomaré en cuenta.

-Ven, vamos a mi habitación y cállate la boca -lo invité con la intención de verlo sonreír.

Sonrió.

-La calenturienta quiere que la folle.

-¿No quieres?

-Obvio que sí.

Avanzó hacia mí y me tomó por sus brazos, cargada me llevó hacia mi habitación y allí volvimos a hacer el amor.

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