Capítulo 28

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Al siguiente día Jeremy evitaba cruzar miradas conmigo, yo intentaba de evadirlo en todo momento, las cosas se habían puesto agrias entre nosotros. Pero yo no podía permitir de que Jeremy no permitiera dejar vivir mi vida plenamente.

Los días venideros fueron casi iguales, no nos mirábamos y ni siquiera, no nos decíamos nada. Hasta que llegó el día de partir de nuevo a Madrid. Ese único día compartimos algunas palabras.

Jeremy y yo llegamos a mi apartamento, antes de yo entrar a mi habitación, me dirigí a él para decirle algo.

—Puedes quedarte en lo que encuentras donde quedarte.

—Descuida, mañana parto con mis cosas.

No le pregunté nada al respecto y dudé mucho de que él regresara a su casa.

—¿Tomarás clases con nosotras? —le pregunté dudosa.

—No lo sé.

—Susan me dijo de que ella estará conmigo y las demás.

—Que bien —se retiró iendo hacia mi habitación.

Tomé mi movil, mientras iba rumbo a un sofá yo le escribía a Susan. Ni Jeremy y ni yo le digimos a Susan nada con respecto a nuestro viaje. Ella me hizo salir de mi apartamento para que fuera a visitarla. Llegué a su casa y me miraba extraña.

—¿Me ocultas algo?

«¿Será qué sospecha del viaje que tuvimos Jeremy y yo?».

Negué con la cabeza.

—¿Susan cuál es tu inconveniente?

—No sé... Justamente tú y Jeremy se desaparecieron.

—Pero también Claudia —añadí —. Es algo obvio estamos de vacaciones. Las clases se inician pronto. Los demás vendrán pronto y así seleccionaremos las mismas asignaturas juntos.

—¿En qué haz quedado con Jeremy?

—Mal. Le dije que se fuera de mi apartamento porque quiero tener vida propia.

—¿Vida propia? ¿O querrás decir libertad?

—Libertad Susan, libertad. Con Jeremy viviendo en mi apartamento cuestionándome todo el tiempo sólo sería un tropiezo.

Susan se quedó mirándome pensativa sin emitir ningún tipo de sonido.

—Jeremy está muy extraño —pronunció Susan.

—Extraño no. Loco sí

—¿Y qué me cuentas de Alexis?

—Desde el día que me fui de su apartamento, no lo volví a ver. No sé nada de él  —le respondí —. Debe de estar furioso.

—¿Y qué tal si vamos a visitarlo? —se rio.

—¿Estás loca Susan? Ve tú, si quieres. ¿Para qué tengo yo que ir? —le cuestioné.

—Juliet no seas así. Vamos aunque sea un rato. Si no nos quiere recibir, pues nos devolveremos.

Por unos segundos medité en silencio la propuesta de Susan. Era algo alocado pero llegué a pensar de que quizás quería verme.

—Vamos —acepté vencida.

Susan se levantó rápidamente, y se desapareció por el pasillo, supuse que a cambiarse de ropa. Mientras yo no pensaba en nada. Luego Susan volvió con una nueva vestimenta, y nos trasladamos hacia el apartamento de Alexis. Cuando estábamos llegando casi a la puerta detuve a Susan por un momento.

—Susan, no sé... No creo si sería conveniente, él podría pensar de que yo quisiera algo con él —alegué dudosa —. Me podría reclamar.

—Déjate de pendejadas iremos como amigos nada más.

Susan se movió y avanzó rápidamente hacia la puerta, mientras yo la observaba estática. Después emprendí mis pasos y me coloqué a su lado. Tocó el timbre y justamente Alexis abrió la puerta.

Estaba perplejo, nos miraba extrañado. Yo sentí un poco de temor por lo que podría ocurrir.

—¿Ustedes? —cuestionó Alexis aún sin creer de que estábamos allá, frente a él.

—Sí —le confirmó Susan —. Eres mi amigo y quería verte. Nosotras andábamos cerca de por aquí y se me ocurrió pasar por aquí para saludarte. Espero que no sea ninguna molestia.

Alexis se quedó fijamente observando a Susan sin decir nada. Y en mi emanaba una corriente de nerviosismo por lo que podría decir.

Respiró Alexis.

—¿Segura Susan? Que yo sepa tú casi no habías venido a mi apartamento.

—Tú sabes de que soy madre y que no puedo hacer lo que se me venga en gana.

Alexis mostró una irónica sonrisa.

—¿Nos vas a invitar a pasar? —preguntó Susan.

—Está bien —abrió la puerta y se acomodó a un lado para que pudiéramos entrar —. Pasen.

Entramos hacia adentro y nos acomodamos en un mueble una al lado de la otra. Alexis se sentó casi al frente de nosotras.

—¿Y qué me cuentas de ti Alexis? ¿Algo nuevo? —le preguntó Susan a Alexis alegremente.

Alexis enarqueó una ceja.

—Aburrido —pronunció Susan —. Levanta tu trasero de ahí y traeme una botella de lo que sea.

—¿Lo que sea Susan? —cuestionó Alexis, Susan asintió —. Pues en ese caso —Alexis se levantó —. Te traeré una botella de cloro.

Me eché a reír.

—¿Me quieres matar? —preguntó Susan.

Alexis se movió sin decir absolutamente nada.

Cuando vimos de que se había desaparecido, giré mi rostro hacia Susan.

—Susan, recuerda que Alexis está muy enojado, no traigas cosas malas, ya que las cosas andan bien por ahora —le comenté en un tono alto —. Y modera tus bromas.

—Yo soy yo, no sé tú.

Susan tomó su móvil y lo tecleó. Al rato apareció Alexis con una bandeja con galletas y jugó de limón.

«Wow, aún mantiene la caballerosidad».

Aún me encontraba sorprendida, Alexis colocó la bandeja en una mesa pequeña y la colocó al frente de nosotras, Susan al ver movimientos dejó de teclear su móvil y se maravilló.

—Alexis pensé que me odiabas —dijo Susan.

Alexis la miró fijamente sin decir absolutamente nada. Susan tomó un vaso de jugo, y yo dudé.

—¿Juliet no vas a tomar? —me preguntó Susan.

—Sí.

En seguida me moví hacia adelante, tomé algunas galletas y un vaso de jugo sin mirar a Alexis.

—¿Cuándo salimos Alexis? —le preguntó Susan —. ¿Te paso a buscar el fin de semana?

—No sé Susan.

—¿Ah no? —cuestionó Susan.

Yo sólo observaba, Alexis en ningún momento se había dirigido hacia mí. Continué tomando jugo y comiendo galletas mientras ellos conversaban.

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