Capítulo 26. Tercera parte de la historia

33 5 0
                                    


Le hice caso a Jeremy de viajar con él a Puerto Rico, ningún le dijimos nada a Susan, ella se encontraba en Lérida por un tiempo indefinido. Tomamos el avión rumbo a Puerto Rico en la mañana, y llegamos exhausto por el viaje. Mis padres estaban muy contentos porque habíamos ido. Al día siguiente movilicé a Jeremy para visitar a una amiga, mi padre me presto su auto, y Jeremy me miraba extraño.

—¿Vas a dejar se mirarme raro? No voy a llevarte a una orgía si eso es lo que piensas —dicho esto reí, mientras Jeremy observaba a través del cristal.

Pero luego recordé de que le había dicho, que yo antes solía ver peleas callejeras, y que andaba con amistades no muy serias que digamos.

—Descuida Jeremy, no voy a llevarte a exponer tu vida en peligro —añadí —. Tamara es seria y el vecindario también.

—Eso espero Juliet.

—Cobarde —reí de nuevo.

Transcurridos el trayecto el silencio, nos desmontamos, visualizaba el rostro de Jeremy muy serio.

—Vaya, Juliet si que eres espectacular y  verdaderamente sorprende —pronunció Jeremy mientras caminaba detrás de mí.

—Déjate de cursilería y sonríe, aquí nadie te va a matar.

Una vez llegamos a la puerta de la casa de Tamara, toqué el timbre hasta que vi que la puerta se abrió. Tamara al verme se sorprendió.

—¡Juliet! ¡¿Por qué no habías dicho que ibas a venir?!

—Porque mi acompañante me hizo una sorpresa... —voltée a mirar a Jeremy y este me miró, luego volví mi rostro de nuevo hacia Tamara —. Pues decidí dejarlo así para todos como una sorpresa.

—Vaya, pasen, entren —Tamara se movilizó y nos abrió la puerta.

A Jeremy lo hice entrar primero y luego yo.

—Tamara este es Jeremy, el cavernícola de que te había hablado antes —le dije mientras caminábamos.

Tamara observó a Jeremy y le tendió la mano sin dejar una sonrisa en su rostro.

—Hola Jeremy, es un placer. Juliet me ha hablado mucho de ti.

—El placer es mío.

Proseguí a sentarme en un mueble y Jeremy junto a mí que no se me despegaba.

—Juliet, ¿qué haremos mientras estés de vuelta? —me preguntó Tamara —. ¿Alguna sugerencia? No sé... Has estado tanto tiempo en España que no sé su haz cambiado.

Jeremy se rio, yo lo observé y lo visualicé mientras se reía.

—¿Por qué te ríes? —le di una palmada a su hombro.

Cuando terminó de reír giró su rostro hacia mí.

—Me vino cosas a mi mente —me respondió —. Sólo eso.

Me giré hacia Tamara desconcertada, Jeremy me estaba mintiendo, y no quería decir la verdad. Decidí olvidar el asunto y me animé a conversar con Tamara.

—No le hagas caso a este loco, que ni sabe donde está parado —le dije a Tamara con mucha seguridad.

—Oye, ¿Crees en la separación definitiva que tuviste con Alexis? Él está muy silencioso, y no debes de confiar mucho en él —aseguró —. Puede ser que lo esté pensando.

—Yo sería el primero en mandarlo a la mierda —espetó Jeremy.

Tamara abrió su boca sorprendida, a mí también me sorprendió lo que había dicho, me quedé observando a Tamara mientras esta no  aún no asimilada lo que había escuchado.

—Jeremy, por favor. No te involucres —pronuncié aún mirando a Tamara.

—¿Ah no? ¿Por qué te molesta? ¿Eh? —protestó Jeremy.

Respiré profundamente.

—Te voy a contestar Tamara —guardé silencio —. Realmente antes de que tuviéramos aquella discusión, ya yo estaba planeando dejar a Alexis. Lo nuestro no tiene marcha atrás.

—Pero... ¿Por qué? —cuestionó Tamara.

—Son muchas cosas Tamara —le respondí.

—Muchas cosas como los cuernos y el libertinaje. ¿Qué hombre aguantaría a una mujer que salga constantemente sin saber a dónde? Ninguno, no. Es algo obvio —interfirió Jeremy —. No creo que él fue un idiota, al contrario fue astuto y muy inteligente.

Otra vez Jeremy con sus palabras necias, lo quería matar. Ese imbécil. Me estaba ofendiendo. Pats mi fue una ofensa en la forma de cómo se expresó, eso quería decir de que él me veía como puta nada más.

—Que bueno es poder ver tu verdadera Jeremy —dije lastimada por dentro —. Lamentablemente eres una escórea.

—No soy hipócrita y mucho menos una escórea —se defendió Jeremy —. Simplemente digo la verdad.

—Desde ahora te digo que cuando lleguemos a Madrid quiero que te largues de mi casa —dije entre dientes —. No te quiero ver en mi apartamento.

Jeremy se levantó rápidamente y se colocó en frente de mí apuntándome con el dedo.

—¡Haz lo que te da la gana con tu vida! —exclamó Jeremy —. Quédate sola, eso es lo que mereces.

Se apartó de mí, y visualicé que se aproximaba hacia la puerta de la casa, luego salió dejando atónica a Tamara.

—¿Qué fue eso Juliet? —cuestionó Tamara confusa.

Me giré hacia Tamara.

—Olvídate de ese idiota. No es más que un imbécil —argumenté —. Ojalá sea infeliz toda su vida.

—No seas así —me contradijo Tamara —. El hecho de que estén enojados no justifica de que tú lo trates mal Juliet.

—Fue algo estúpido —admití —. Pero sus comentarios me dan mala espina.

—Vamos a salir olvida el amargo momento —sugirió Tamara.

Asentí.

Tamara se levantó, y se retiró. Mientras yo caminaba en la casa de un lugar a otro, mi amiga se vestía, observé por la ventana si podría visualizar a Jeremy pero no lo vi por ningún lado.

«El muy idiota se fue».

En ese momento no le di importancia a lo que Jeremy podría pensar o hacer. Me había decepcionado sus palabras.

Mi TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora