Capítulo 50

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Tres días después...

Lucio me había invitado y a Jeremy a una cena en su casa, pero Jeremy no quería ir, y tampoco quería que yo fuera. Me costó tanto convencerlo...

—¡Muy bien Juliet, tú ganas! —gritó furioso—. ¡Tantas ganas tienes de verte con tu...! —se detuvo y no prosiguió.

De hecho yo me reía.

—Dilo —insistí emocionada—. ¿Qué más da? Él es tranquilo y no es molestoso como tú.

Me fulminó con la mirada.

—Ni siquiera tiene novia —masculló aún molesto—. Quizás te espera como Alexis.

Volví va reírme.

—Sí, Juliet ríete, búrlate de mí, total...

—¿Acaso tengo que ser enemiga de una amistad sólo porque no te agrada? ¿Eh?

Se movió hacia el baño dejándome sola por un momento. Al poco rato volvió más calmado.

—Sólo te voy advertí algo —me señaló con el dedo—. Si tan sólo se atreve a decirte algo, te juro que le partiré su cara —se apartó de mí.

No contuve las risas, cada vez que solíamos conversar sobre Lucio el se ponía furioso. Al poco rato recibí una llamada de parte de Lucio, una señora llegó hacia mí y me trajo el teléfono mientras que Jeremy se vestía.

—Hola.
—Hola, Juliet. ¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú?
—No muy bien que digamos. De hecho te llamé para cancelar la cena para luego. Estoy con mi hermana en el hospital. Ella es diabética y al parecer no se había medicado correcta.
—Uy, Lucio. Lo siento. Espero que se mejore y gracias por avisarme.
—Desde luego. Hasta luego.
—Adiós.

Colgué.

—¿Qué quería el tipo ese?

—Se canceló la cena. La hermana de Lucio está hospitalizada.

—Oh, que pena —respiró—. Pero no modo; fue lo mejor que pudo haber ocurrido.

—¿Y qué haremos ahora?

Me envió una sonrisa picarona. Se acercó a mí y me tomó apretándome contra su pecho.

—Hacer el amor, mami.

Sonreí.

—Cárgame.

Hizo lo que le pedí me cargo entre sus brazos y nos besamos allí por un momento.

—Eres candente, Juliet —volvió a acercarse a mí y me mordió los labios.

Luego nos trasladamos hacia la cama donde hicimos el amor una y otra vez sin parar.

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Permanecimos por un pocos meses en Suiza y no pudimos ver a Lucio. Ya casi empezando el próximo semestre regresamos a Madrid.

Cuando Jeremy y yo estuvimos llegando hacia mi apartamento escuchamos la voz de alguien que conocíamos desde del pasillo.

—Tamara —musitó Jeremy.

Me eché a reír.

Nos seguimos aproximando y entramos topándonos con Tamara y su novio en acción sobre el mueble. Cerré la puerta mientras que aquellos se sorprendieron y trataban de taparse. Yo me reía.

—Que asco —pronunció Jeremy.

—Asco me das tú, estúpido —contestó Tamara.

Maximiliano y yo no teníamos de otra que reírnos.

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