Capítulo 18

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—No, mi amor. Come y deja del pie, porque más que suficiente es —me negué.

—¿Ah, no?

—No, no tienes sirvienta.

—Juliet... ¿Y esas faltas de respecto hacia tu pareja?

—Bestia peluda.

—Aprenderé a preparar postres para no molestarte —pronunció Alexis.

—Sí, que buena idea —afirmé.

Se acercó a mí para darme un beso, yo estaba en la sala acomodada en un mueble, rozó sus labios sobre los míos, abrió su boca lentamente quedando mi boca atrapada con la de él luego se apartó quedando su cara frente a la mía.

—I love you my love —murmuró.

—Y tú eres un Dios en el sexo — le aclaré.

Cambió su rostro a una expresión de extrañado.

—Juliet —mencionó —. ¿Por qué me cambias constantemente de tema?

Me eché a reír.

—¿Por qué te enojas tanto? —alcé una ceja.

—Eres, eres, eres tan... —pausó —. Cómo podría decir... Algo así como...

—Soy algo así como yo, tan yo, soy tan Juliet —respondí.

Se movió del mueble caminando hacia nuestra habitación antes de entrar se paró a decir algo.

—Te espero en mi habitación —abrió la puerta entrando y luego cerró.

—¡No quiero voy a ver televisión! —exclamé.

Prendí mi lap top que estaba en una mesa próxima al mueble, me quedé mirando hacia la puerta, en unos segundos vi la puerta abrir. Alexis salió dirigiéndose hacia mi con una furia en su cara al llegar cerca de mí gritó.

—¡Juliet!... ¡Odio que me dejes con las ganas!

Reí. Cruzó sus brazos y cambió su rostro a un tono serio.

—Mi amor —se sentó en el suelo pegado al mueble —. ¿Sabes? Tu viaje me dejó con muchas ganas, ven vamos, tengo que trabajar mañana, vamos a ahorrarnos tiempo.

Lo miré.

—¿Y no te pajiaste en mi ausencia? —cuestioné —. Pues yo lo hice y lo disfruté.

—¿Para qué te tengo a ti? —preguntó.

—Para follar —respondí —. No seas cursi, la masturbación es rica, es algo normal, incluso cuando hay pareja.

Alexis tendió su mano derecha para acariciar mi brazo, rozaba sus dedos con ternura sobre mi piel haciéndome sentir ganas.

—Yo prefiero guardar mis ganas sólo para ti —opinó.

Sonreí.

—Eres tan amable y comprensivo que no te cambiaría por nadie —musité.

—Yo tampoco lo haría —pronunció.

Se acercó a mí y me besó. Luego tuvimos sexo en la sala una y otra vez. Quedamos enredados uno al otro extasiados de placer, cambiamos en irnos a la habitación seguimos teniendo sexo una y otra vez.

Al día siguiente...

Fui rumbo a mi apartamento y Jeremy estaba ahí, lo encontré en la cocina picando una cebolla, estaba en boxer, me paré a observar a aquel hombre que me volvía loca, mis ojos se clavaron en su cuerpo, tenía una musculatura perfecta, se veía tan sexy, mordí mis labios por las ganas que tenía de que me agarrara y me devorara, mi corazón se paralizaba cada vez que lo veía, recordé lo que hicimos en Suiza y me encendí. Cuando terminó de picar la cebolla.

Volteó a buscar un sartén, al retroceder sus ojos se chocaron con los míos, quedándose él con una incógnita.

—Hola Juliet. ¿Desde cuándo estás ahí?

Volví a pisar tierra.

—No hace mucho, cuando entré, te observé picar la cebolla y no quería molestarte —le respondí.

—¿Me ayudas? —demandó.

Asentí.

—Dime ¿qué es lo que no sabes hacer?

Rio.

—Sabes muy bien que yo sé cocinar, inclusive mejor que tú — contestó.

—Mi comida no es mala sólo que tienes unos gustos... —comenté —. Tus gustos son peculiares.

—Juliet el simple hecho de que tengas pareja y que vivas con él, no es motivo para romper nuestra amistad de años, te he notado muy distanciada, ya no me hablas como antes, no sales conmigo, no me llamas, antes no solías hacerme nada de eso —aclaró.

—Creo que no haz entendido  tendré que explicarte mejor —demandé.

—Explícame —puso sus manos sobre su cintura.

—Vamos a terminar de preparar lo que estás haciendo, comeremos y después hablaremos tranquilos —expliqué —. ¿De acuerdo?

—Está bien —tomando el cuchillo nuevamente.

Lo ayudé en prepara la ensalada, cortando los vegetales y las frutas, mientras el preparaba camarones, de hecho Jeremy es también como Alexis son glotones, Jeremy era amante a los camarones y las ensaladas como a mí.

Lo admiraba mucho, porque a pesar de todo siempre estaba conmigo y me apoyaba en todo. Era difícil separarnos recuerdo que mi abuelo siempre decía: «Tú y Jeremy son uno para el otro»

De hecho no se equivocó, pensé tanto de cuál sería nuestro futuro, no quería separarme de él, pero no quería seguir viviendo en una agonía eterna de sufrir por no tenerlo.

Conversamos un poco con respecto a la universidad, ya finalizada la cena me animé a decirle que pensaba sobre nosotros.

—Vamos a la sala —le dije parándome de la silla. Él me siguió.

Nos sentamos juntos en el mueble, subí mis pies, me acomodé lo más que pude, Jeremy se sentó en el extremo, subiendo un pie a una mesa y el otro en el mueble. Quedando su masculinidad descubierta.

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