Capítulo 25

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Me levanté enojada, caminé hacia la habitación y recogí todas mis cosas, al salir con mis maletas, Alexis aplaudió incrementando  mi enojo.

—Bravo Juliet, bravo —comentó con sarcasmo y con una falsa sonrisa —. Lo haces muy bien, si eso es lo que quieres vete.

Abrió la puerta para que me marchara y así lo hice, abandoné el edificio para irme a mi apartamento. Cuando llegué con mis maletas Jeremy estaba en la cocina, desde la sala se escuchaba el sonido de la licuadora, entré mis maletas a mi habitación Jeremy no se había dado cuenta, fui a la cocina a comunicarle a Jeremy lo sucedido. Este me vio y se quedó mirándome.

—¿Te dio la gana de venir hoy? —espetó alzando una ceja.

—Cállate no estoy para discusión —dije entre dientes, entré y me senté en una silla del comedor que estaba en la cocina.

Respiré, coloqué mis manos sobre la mesa, quedé observando mis dedos.

—Discutí con Alexis, traje mis maletas para acá, así que; por favor mueve tus cosas hacia otra habitación —musité quitando mis manos de la mesa apoyándome en la mesa.

—¿Qué le hiciste? —preguntó.

—Nada.

Dejó de hacer lo que está a haciendo y se sentó a mi lado.

—¿Qué fue lo que provocó esa separación?

—Los celos.

—Juliet —pausó —. Es que tú... Sales mucho. ¿Recuerdas que te di una advertencia? Ya él me había contado al respecto.

Giré mi cabeza para observarlo.

—De hecho sí, salgo mucho... pausé —. Pero creo que fue mejor que sucediera.

—Vaya, sí que eres mala —comentó.

Se sentó a mi lado acariciándome la espalda.

—Sabes que soy tu amigo, hoy , mañana y siempre —acercó su cabeza a la mía quedando ambos más unido —. Me gustó eso que dijiste que somos como uña y mugre.

Se rio.

Respiré. Sentir su aliento era lo mejor que me pudiera ocurrir, sólo él llenaba mis espacios.

—No creo que sea para siempre —comentó.

—Talvez —musitó.

—Tengo que hablar con Susan —murmuré.

—Escríbele y cuéntale lo que ha pasado, eres muy calenturienta Juliet, te observo como miras a algunos profesores, a Sebastián y a uno que veo que está en el campus de la universidad —confesó.

—¿Qué crees que soy? —cuestioné, alcé una ceja —. Soy una mujer que vibra y siente.

—Así dices amarme y te desvaneces por otros —aclaró.

Me despegué de él.

—¿Qué no te gustó lo que te dije? —preguntó mirándome.

—Iba a decir algo pero mejor me callo —pronuncié achicando mis ojos.

—Y... pausé —. En cuanto Sebastián. Me parece un chico agradable, lo que no me gusta es que es de los chicos que son lentos.

—¿Ves? Ese es tu problema —comentó.

—Jeremy aveces sueles ser un ridículo —aseveré.

—¿Qué opinas de Sebastián? —cuestionó.

—Nada Jeremy, nada —respondí —. Sólo amigos y puntos.

—¿Amigos cómo? ¿Cómo nosotros? —cuestionó.

—Como nosotros; no —contesté un poco incómoda —. Y no te importa.

—Somos adultos exprésate —Lo ignoré.

Me cansé de su interrogatorio y lo ignoré. Me paré y me fui a dormir.

Al día siguiente le escribí a Susan contándole todo lo que había ocurrido. Pues no fue de esperar su reacción.

Andreina, Luisa, Sebastián y yo en las tardes salíamos a compartir entre amigos. Mientras Jeremy trabajaba en la tarde, yo salía con Sebastián íbamos conociéndonos, pero aún no le había dicho sobre mi vida con Alexis y Jeremy.

Jeremy continuó viviendo en mi apartamento torturándome con su sensualidad y a su sexo. Alexis no volvió a dirigirme la palabra, ni yo a él. Traté de evitar en pensar en aquello que sucedió.

Casi tres meses después...

Al final del semestre íbamos a tener un mes sin asistir a la universidad, Claudia, Andreina, Luisa, Sebastián y yo íbamos a extrañar aquellos momentos en los que nos sumergimos en la universidad. Cada quien planeó viajar aparte para tomar unas vacaciones, menos yo, aún no tenía nada en mente.

—Juliet te tengo una sorpresa —dijo Jeremy con una sonrisa de oreja a oreja —. Esta vez no me vas a odiar, te lo aseguro.

—Dime, ¿qué quieres? —pregunté.

Sacó dos boletos de su bolsillos, me los entregó en la mano. Me llené de alegría cuando vi el destino.

—¡Wow Puerto Rico! —exclamé emocionada.

Lo abracé.

—Pero... —pausé —. Recuerda que ese viaje éramos Susan, tú y yo principalmente.

—No importa, no voy a esperar más, Susan ha tenido ciertos inconvenientes podemos ir sin que ella lo sepa, ya he esperado 3 años y es suficiente —sentenció muy serio —. No se lo digas. Por mí no habría ningún tipo de problemas aunque ella se enojará.

—Pensé que no querías ir —musité —. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué.

—Además recuerda que tus padres cada vez que vienen te regañan —añadió —. Tú tienes mucho que no viaja a Puerto Rico, y ellos tienen razón.

—Está bien tienes razón —comenté.

—Juliet —mencionó —. Ven aquí.

Tomó mis manos y las enredó con las de él.

—Siempre te he dicho que siempre estaré contigo, cada día somos más mejores amigos, compartimos, vivimos juntos, nos apoyamos el uno al otro. El amor no es sólo sexo, es una esencia que se transforma como la energía, no muere, sólo se transforma, hay millones de personas que no mueren con su amor, hay miles de personas que nunca alcanzan esa felicidad plena —se expresó —. Lo más importante es tener a alguien que nos apoye día a día, vivamos el momento y no nos centremos en una sola cosa, centrémonos en vivir el día a día sin pensar en el futuro.

—Gracias —le agradecí.

Me senté en el mueble, luego Jeremy se sentó a mi lado, se giró a poner su cara en mis muslos, mientras yo le acariciaba el pelo.

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